La meteorología es una ciencia que, en determinados momentos y circunstancias, no gozó de muy buena prensa por la errática precisión de sus predicciones. Y es que, hasta hace bien poco, la tecnología no nos ha permitido afinar al máximo las predicciones meteorológicas, analizando millones de datos y utilizando los mejores algoritmos para ello. Y, ni así, somos capaces de asegurar una eficacia del 100%.
Para entender el tiempo y cómo cambia, además de poder ofrecer predicciones con la suficiente antelación como para poder tomar medidas preventivas en el caso de grandes tormentas, huracanes, tifones… se necesitan dos cosas: datos y una capacidad de procesamiento sin precedentes. Y los datos se consiguen a través de instrumentos de medición cada vez más sofisticados, como es el caso del nuevo satélite Aeolus, puesto en órbita el pasado 22 de agosto por la ESA. Su cometido principal: ponerse al servicio de la meteorología y estudiar las dinámicas de la atmósfera desde las alturas.
Aeolus podrá ayudar a estudiar mucho mejor los vientos, uno de los fenómenos meteorológicos más complejos de medir y analizar, y lo hará gracias al instrumental de última generación que incorpora: un láser ultravioleta y un telescopio que le permitirán determinar la velocidad del aire y su comportamiento hasta 30 km de altitud alrededor de todo el planeta. Y lo hará en tiempo real.
Este satélite orbitará a unos 320 km de la Tierra y estará sincronizado con los ciclos del sol. Las mediciones se centrarán en proporcionar los datos suficientes como para poder mejorar las predicciones en los trópicos, principalmente, y para ello Aeolus obtendrá un perfil de vientos de todo el planeta cada semana. Esta tecnología, los datos que recolectará y la aplicación de modelos meteorológicos avanzados harán posible predecir tormentas y eventos extremos con horas, e incluso días de antelación.
La importancia de poder predecir cuándo se generará una tormenta extrema es enorme y de gran utilidad para la meteorología. No solo se podrán llevar a cabo medidas preventivas que podrán salvar vidas, sino que incluso se limitarán los daños materiales.
La novedad que incorpora Aeolus es que, contrariamente a otros satélites, puede medir directamente el viento. Normalmente las medidas de las corrientes de aire son indirectas, como, por ejemplo, analizando el movimiento de las nubes. Gracias al lídar que incorpora Aeolus, se pueden “ver” los vientos en tiempo real. Este sistema emite pulsos láser de gran potencia (10 MW) a razón de 50 por segundo, y recibe algunos fotones reflejados en moléculas de agua, polvo, aerosoles o cualquier partícula suspendida en el aire. Analizando la longitud de onda de las señales recibidas se puede saber la dirección del viento (el viento que arrastra las partículas sobre las que “rebotan” los fotones del líder) y calcular su velocidad con precisión de hasta 1 metro por segundo.
Aeolus proporcionará un mejor conocimiento de la dinámica de la atmósfera y de cómo interactúa con otros componentes del sistema climático. Esto dará lugar al desarrollo de modelos climáticos más avanzados y completos. Además, no solo es capaz de analizar el viento, sino de mejorar los modelos de transporte de sustancias químicas en la atmósfera que se usan para conocer la calidad del aire (contaminación), así como aumentar nuestros conocimientos sobre el cambio climático.
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