Durante el próximo año se prevé un aumento de los problemas asociados a la ciberseguridad y privacidad de Estados, empresas y particulares, debido a la multiplicación de dispositivos móviles con conexión a Internet.
En el marco de la era post-PC, las ventajas de manejar datos desde aparatos inalámbricos cuentan con la contrapartida de exponerlos en mayor medida a los ataques de los piratas informáticos. El principal incremento de los peligros se relacionará con el crecimiento exponencial de las interacciones entre plataformas, merced a su implantación progresiva en sistemas de pago y comunicación.
En primer lugar, destacan las amenazas relacionadas con la expansión de las manipulaciones de la tecnología NFC (Near Field Communications). Se trata de la posibilidad de compartir datos mediante la instalación de sensores cercanos y facilita el pago sin contacto o el intercambio de información mediante soportes como pasaportes, tarjetas de crédito o teléfonos. Con el acercamiento camuflado de una antena con capacidad para captar las señales de los chips NFC puede accederse a los números telefónicos de la agenda de un móvil o a información confidencial de una tarjeta de crédito, mediante la cual los hackers podrán configurar expedientes personales que servirán para traficar como distribuidores de datos.
Por otro lado, los wearables son dispositivos cuyo tamaño mínimo permite su acople a complementos o vestimenta y, paralelamente, una conectividad al margen de la computadora tradicional y una interacción permanente con el entorno. Su principal perjuicio consiste en la merma de la privacidad del usuario, ya que la información que transmiten los wearables puede condicionarla e incluso fomentar el cambio de pautas de actuación. La vulnerabilidad de este dispositivo móvil facilita la automatización por parte de los hackers de la explotación de los análisis de datos que los wearables hayan podido recoger.
Por lo que respecta al IoT (Internet de las Cosas), es decir, la posibilidad de interconectar dispositivos entre sí y sin necesidad de ordenador, la diversidad tecnológica de este avance evitará los ataques masivos, pero los datos intercambiados correrán los mismos riesgos que en el caso de los wearables. El sector corporativo se verá más afectado que el de los consumidores, según Websense, por el robo de información confidencial, debido a la sobreexposición de sus dispositivos conectados al Internet de las Cosas. Además, se prevén ataques a los bancos de información del sistema de salud, dado que se encuentra en un proceso de transición desde el formato papel al digital. En los países emergentes, por otra parte, existe un riesgo notable de ciberataques, por cuestiones económicas, que se sumará al que sufrían los Estados con problemas de terrorismo.
En definitiva, la mayor precisión de los ciberataques a las apps de código abierto constituye un problema de ciberseguridad ante el que hay que anticiparse.
Foto | Dave Patten
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