La transformación digital llega a todos los ámbitos y sectores, aunque es particularmente visible en la industria. Así, cuando uno piensa en la automatización de procesos y en la introducción de los robots en la cadena de producción, piensa en fábricas y factorías. Pero nada más lejos de la realidad: la automatización puede llegar a cualquier sector, incluido el farmacéutico. Y, precisamente, los laboratorios e investigación científica son uno de los lugares donde más sentido tiene la introducción de sistemas automatizados.
No es nueva la intención de automatizar procesos en el laboratorio. En el artículo “Los 110 primeros años de la automatización en laboratorios” se cuenta que, antes de la explosión de la electrónica tras la Segunda Guerra Mundial, la automatización del laboratorio la llevaban a cabo los propios científicos para realizar tareas específicas, en su mayoría operaciones de filtración, percolación y lavado.
Hoy, más de cien años después de los primeros registros de laboratorios con automatización, la tecnología permite dar un paso de gigante y disponer en los laboratorios de robots y máquinas de aprendizaje automático capaces de llevar a cabo tareas y experimentos para la investigación científica. Ya no hablamos de dispositivos de limpieza o que realizan tareas secundarias, sino de asistentes de laboratorio con capacidad para acelerar las investigaciones.
En la industria farmacéutica, los costes en tiempo y recursos económicos se multiplican exponencialmente con el tiempo. Siguen la llamada ley de Eroom (la ley “inversa” a la ley de Moore informática), que predice que el coste de la síntesis de nuevos fármacos se duplica cada 9 años (aproximadamente, y teniendo en cuenta la inflación). Cada vez más lento. La única salida, de momento, para cambiar las cosas es introducir robots que trabajen sin descanso.
Así, los avances en inteligencia artificial, robótica, internet de las cosas y computación en la nube cambiarán el panorama de la investigación científica en ese terreno. Hablamos de soluciones que van desde un software de planificación experimentos hasta laboratorios 100% robotizados que los ejecutan sin errores. En el futuro cercano, los científicos tendrán más tiempo para pensar mientras sistemas distribuidos hacen el trabajo “sucio”, ejecutando experimentos sin fin y recopilando los datos más relevantes.
Existe ya una start-up llamada Transcriptic que ofrece “biología bajo demanda”. Los investigadores pueden unirse a Transcriptic y beneficiarse de los procesos, instrumentos y la robótica disponible para crear un entorno de laboratorio accesible mediante programación, a distancia. Esto permite a los investigadores centrarse en más tareas, y delegar lo que podríamos llamar la experimentación en un sistema automatizado. Al cabo del proceso, los investigadores recibirían todos los resultados, datos e informes generados.
Existen más de un centenar de start-up que utilizan la inteligencia artificial para la síntesis de nuevos fármacos. En esta página se enumeran muchas de ellas, y aunque seguro que no están todas las que son, podemos comprobar cómo el laboratorio automatizado será lo que marque un punto de inflexión en la carrera por producir nuevos fármacos y avanzar en diversos tratamientos que, hoy, son demasiado lentos y costosos.
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