Que vivimos en la era de los datos es algo que todavía hay que repetir de vez en cuando para que no se nos olvide. Muchas de las cosas que han cambiado en los últimos años —que nos acostumbremos a que un GPS nos diga la ruta más rápida en cada momento, que nuestro reloj nos avise si nos suben mucho las pulsaciones— lo han hecho gracias a esta nueva realidad en la que en todo momento se están produciendo, recopilando y explotando datos. La aparición de una oficina del dato, que en España depende de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, era solo cuestión de tiempo: es unidad o departamento administrativo que se dedica a coordinar y gestionar todo lo relacionado con los datos dentro de la Administración pública.
Esto tiene sentido no solo para explotar y tratar de forma más inteligente los datos que recoge la Administración, sino también para idear estrategias de cara el futuro, definir su gobernanza y garantizar su protección y privacidad. Con esa base firme y bien definida, el potencial de los datos se multiplica. Un ejemplo claro —e importantísimo— es el de la sanidad.
En este ámbito, los datos son cruciales para potenciar la investigación o mejorar la atención al paciente, tratamientos y diagnósticos. Sin embargo, como recordaba recientemente Marcos Piqué, Business Development Manager de T-Systems, en el Foro de Interoperabilidad y el Gobierno del Dato en Salud organizado por la Sociedad Española de Informática de la Salud (SEIS), el dato se enfrenta en la investigación clínica a retos como el acceso, interconectividad y explotación de la información, la seguridad de los datos o su explicabilidad, entre otros. Para superar estos obstáculos, los distintos agentes implicados (tecnológicos, sanitarios, gubernamentales) deben poder contar con esa base común, una oficina del dato que facilite, coordine y regule la interoperabilidad, legalidad y usos de toda esa información y esos distintos agentes.
Las aplicaciones de los espacios de datos en la salud permitirán, por ejemplo, disponer de forma inmediata de los datos, aunque vengan de fuentes diferentes, permitiendo por fin la existencia de una historia clínica unificada que facilite el acceso seguro y centralizado a los historiales médicos en diferentes hospitales o centros de salud. Todo esto, por supuesto, desembocará en una atención más personalizada, que tenga en cuenta incluso el perfil genético de cada paciente a la hora de proponer un tratamiento.
Otra de las ventajas de este uso de los datos más organizado en los sistemas de salud será la mejora de las decisiones que se toman, que ahora se tomarán a raíz de esa información de la que se dispone y que no es siempre tan fácil analizar de forma manual. Un ejemplo: podría mejorar la detección temprana de focos de enfermedad que provocan epidemias, o alertar también con antelación ciertos patrones que podrían indicar complicaciones en pacientes crónicos.
Una oficina del dato bien gestionada es, en definitiva, una pasarela firme y segura hacia ese futuro lleno de posibilidades que prometen los datos. En T-Systems Iberia estamos preparados para poner los pilares tecnológicos y sobre los que se asentará.
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