La seguridad en aeropuertos, edificios gubernamentales o cualquier otro lugar susceptible de sufrir un ataque terrorista es prioritaria. Hay cada vez más avances, más desarrollos y técnicas de detección de amenazas, desde las propiamente físicas (el “cacheo”), pasando por los detectores de metales avanzados y, en los últimos tiempos, el uso de las señales WiFi para la detección de objetos y bultos sospechosos.
No hace falta, siquiera, que haya amenazas terroristas. En los Estados Unidos, como sabemos por las noticias de la actualidad, tienen un grave problema con los incidentes con armas de fuego en lugares públicos y colegios. Un reciente estudio de la Rutgers University de New Brunswick muestra cómo es posible (y barato) detectar armas, bombas o explosivos químicos ocultos en mochilas o bolsas utilizando las señales WiFi en el entorno.
La clave de esta novedosa y, en cierta medida, sorprendente aplicación de las señales WiFi está en las interferencias que ciertos materiales provocan en ellas. La mayor parte de los objetos peligrosos contienen ciertos metales, compuestos o líquidos, y cada uno de ellos interfiere de una manera específica y conocida por los investigadores, así que bastaría con estudiar cómo se comporta la señal WiFi para decidir si estamos ante un objeto peligroso, de qué tipo, y dónde está.
Normalmente, las bolsas y mochilas, incluso las maletas, están fabricados con materiales que pueden ser atravesados con facilidad por una señal de la frecuencia de las señales WiFi. Esto es, papel, fibra, tela… Por tanto, para la señal WiFi, estas bolsas y contenedores de equipaje no existen, exactamente como si se hubieran desmaterializado para dejar al descubierto cualquier objeto susceptible de hacer daño.
Para llevar a cabo su estudio, los investigadores construyeron un prototipo de sistema de detección de armas por Wi-Fi capaz de analizar la forma de onda de las señales de Wi-Fi tras encontrarse con determinados objetos o materiales cercanos. Probaron el sistema en 15 tipos de objetos y seis tipos de bolsas diferentes y descubrieron que era posible diferenciar los objetos peligrosos de los no peligrosos en el 99 por ciento de las veces. Además, era posible identificar el 90 por ciento de los materiales peligrosos, identificando con precisión los metales el 98 por ciento de las veces y los líquidos el 95 por ciento de las veces.
En cuanto al contenedor, la bolsa, mochila o maleta, se encontró que, si el objeto estaba en una mochila estándar, el sistema podía detectar el objeto peligroso con una tasa de precisión del 95 por ciento. Sin embargo, si el arma o explosivo estaba envuelto en algo más (un trapo, una caja, una prenda de ropa) dentro de la bolsa, la efectividad bajaba al 90 por ciento.
Ahora llega la gran pregunta. Si la efectividad es del 90 por ciento a poco que el potencial agresor o portador de armas, explosivos o cualquier objeto peligros se preocupe por ocultarlos… ¿no sería mejor utilizar mejor tecnología de detección como los rayos X?
La respuesta rápida es que sí, siempre será mejor un sistema de rayos X. Pero las respuestas rápidas suelen ser incompletas porque este tipo de aparatos detectores tan sofisticados como los que podemos ver en los aeropuertos internacionales son extremadamente caros. Un sistema de detección aprovechando la señal WiFi es perfecto para lugares de acceso público como los estadios (para eventos deportivos o para eventos de otro tipo, como conciertos, mítines…), restaurantes, centros comerciales, calles peatonales, colegios…
Un sistema barato y con una efectividad alta, como es el caso, podría ser una gran herramienta de prevención para actos vandálicos, terroristas o malintencionados.
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