El reto más importante del coche eléctrico está en la capacidad de almacenaje de carga de sus baterías y en la rapidez del proceso de recarga. Sin duda, estos dos parámetros suponen la mayor barrera de entrada para una tecnología que se ha demostrado solvente en otros aspectos como las prestaciones de los vehículos, o el confort a la hora de conducir dado el escaso ruido que producen, y las nulas vibraciones por parte del motor.
En la actualidad, la recarga doméstica de coches eléctricos está limitada por la potencia contratada por cada propietario. Dicha potencia será la que se pueda emplear en recargar las baterías, y dependiendo de su cuantía, así será el tiempo necesario para completar el proceso. Por ejemplo, si tomamos una instalación típica con potencia de 3,7 kW y una batería común de 22 kWh, el proceso de recarga se alargaría a las 6 horas de duración. Para tardar menos, debemos disponer de mayor potencia.
Por otro lado, una batería típica de 22 kWh nos da una autonomía bastante contenida, de poco más de 200 kilómetros teóricos. Las baterías de mayor capacidad (por ejemplo, de 41 kWh, o las súper baterías de hasta 100 kWh) nos darán mucha mayor autonomía, a costa de más tiempo de recarga, o bien una recarga de mucha mayor potencia. Por esto es importante la investigación y el desarrollo de los cargadores ultrarrápidos para coches eléctricos. Existen muchos ejemplos, pero uno de ellos es vasco.
La recarga ultrarrápida tiene sus pros y sus contras
Hablemos de números: 50 kW. Esa es la potencia a la que se puede recargar un coche eléctrico en los postes del proyecto liderado por Ingeteam, que «ha unido a IBIL e Iberdrola […], ZIV, EDS y al Cluster de la Energía del País Vasco«. Con esa potencia, es posible alcanzar el 80% de la carga en 15 o 20 minutos. Ese 80% de la capacidad es un indicador bastante usual para las baterías basadas en el litio, y es que para alcanzar cargas superiores al 80% se produce un mayor desgaste. Cada vez que cargamos y descargamos la batería por completo estaos «gastando un ciclo», y se estima que con cargas hasta el 80% se maximiza el número de ciclos que forman la vida útil de las baterías. Pero, eso sí, a costa de no aprovechar al máximo su capacidad.
Se trata de un cargador ultrarrápido que ofrece tres alternativas (y protocolos de recarga): recarga rápida en CCS Tipo 2 hasta 50 kW; recarga rápida en CHAdeMO hasta 50 kW; recarga rápida en AC Tipo 2 hasta 43,5 kW. Esta posibilidad de recarga multi-standard permite proporcionar energía a un amplio espectro de vehículos. Sin embargo, la barrera de entrada de la recarga eléctrica sigue siendo muy elevada.
El problema real del coche eléctrico tiene múltiples frentes. Por un lado, hay una carencia importante en cuanto a infraestructura de recarga en nuestro país: no hay muchos puntos de recarga, y los que hay son, en su mayoría, muy lentos. Por otro lado, las eléctricas no van a invertir si no hay una demanda lo suficientemente elevada (muchos vehículos). Por último, la ecuación que relaciona el «tiempo de repostaje» con la autonomía del vehículo sale, de momento, vencedora en el caso de los motores de combustión. Puede que con otros escenarios, o si se hacen realidad los hogares inteligentes, la balanza se estabilice o se decante por el eléctrico.
Solo cuando se pueda recargar su batería en casi cualquier punto de España en unos pocos minutos (podemos llenar un depósito de combustible en cuestión de uno o dos minutos), el coche eléctrico será atractivo para el consumidor. Pero, para conseguir esto, debemos disponer de altísimas potencias de recarga. Simplificando mucho los cálculos, si con 50 kW alcanzamos el 80% en 20 minutos, necesitaríamos 200 kW para reducir ese tiempo a la cuarta parte (cinco minutos), y si dispusiéramos de cargadores de 350 kW, que es a donde apuntan las previsiones, no llegaría a tres minutos. Algo asumible pero, ¿alcanzable?
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