La inteligencia artificial está protagonizando una de las grandes revoluciones de la tecnología en este arranque del siglo XXI. Su veloz desarrollo impacta en muchas áreas y tiene un efecto directo sobre muchas de las decisiones y acciones de las empresas. También lo hace en el mercado de trabajo, donde se espera que la IA se haga cargo de no pocas funciones.
Esto ha creado, en cierto grado, un ligero pánico sobre el papel que la inteligencia artificial tendrá. Sin embargo, la IA es un refuerzo de mucho valor para las plantillas, un elemento que mejorará la eficiencia, la productividad y la resiliencia de las empresas.
Como sintetiza un análisis de McKinsey, la IA asumirá tareas que ahora no tienen más remedio que hacer humanos, complementará el trabajo de la plantilla y asumirá responsabilidades y acciones que ahora mismo los humanos no pueden hacer. Esto cambiará el panorama del trabajo, cierto es, pero no implicará solo que algunos trabajos puedan desaparecer, sino que aparezcan otros nuevos y que se reactualicen los flujos de trabajo actuales para hacerlos mejores.
Llega, en resumidas cuentas, para hacerle la vida más cómoda a los trabajadores. «En los próximos meses o años iremos viendo como la IA irá asumiendo muchas tareas rutinarias y de control, para que el empleado pueda seguir realizando sus actividades del día a día», asegura en una tribuna en RRHH Digital, Óscar Luna, workplace architect en T-Systems Iberia.
Más productividad y eficiencia
«El puesto de trabajo moderno es un concepto tecnológico enfocado a la mejora de la competitividad de las organizaciones, haciendo que sus empleados realicen sus actividades de una forma más eficiente en su día a día», explica Luna.
La tecnología es una aliada, que reduce las redundancias, ayuda a sacar el mejor partido al tiempo o quita de la ecuación esas cosas que cualquier trabajador ahora mismo identifica como las que le hacen perder el tiempo. Tareas rutinarias o poco creativas, patrones necesarios pero que no sacan lo mejor de cada empleado o comprobaciones pautadas pueden quedar en manos de la IA, liberando el tiempo de los trabajadores para actividades de mucho más valor.
De hecho, algunos estudios ya empiezan a traducir en términos estadísticos qué supondrá este cambio y qué impacto tendrá en los flujos de trabajo. Uno del MIT y de la Universidad de Stanford siguió durante un año a los trabajadores de una compañía en la que se apoyaban en esta herramienta para extraer conclusiones sobre los efectos de la IA en la productividad. En términos generales, el uso de inteligencia artificial aumentaba la productividad en un 14%. Cuando se ponía el foco en los empleados de más reciente incorporación y en aquellos con skills más bajas, la cifra se doblaba. Entre ellos, la productividad subía en un 35%. Los investigadores teorizaban que esto sucedía porque la IA les permitía acceder a procesos más complejos.
Además, la IA puede ayudar a crear entornos de trabajo más seguros, como apunta en la tribuna Luna. Las empresas deben formar a sus plantillas en lo que implica la IA y sus retos, pero más allá de eso la inteligencia artificial abre nuevas puertas a nuevos blindajes potenciales de seguridad.
En conclusión, se sentarán las bases para mejorar los datos y los resultados corporativos. «Todo ello contribuirá a que las organizaciones puedan focalizarse en lo que realmente es importante para ellas, su negocio», asegura el workplace architect.
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