Cuando nos movíamos tan solo a pie, a caballo o en algún tipo de vehículo tirado por animales, la movilidad ya era importante: el estado de los caminos y vías determinaba accidentes o la velocidad con la que llegábamos de un punto a otro. En algunos puntos específicos había ya problemas de tráfico y peatones atropellados, y eso que aún no habían llegado los vehículos a motor ni su popularización. Si se evita el caos es, en parte, gracias a las normas de tráfico y a la tecnología, que permite carreteras más seguras y elementos tan esenciales como los semáforos. Sin embargo, estamos todavía lejos del punto al que podríamos llegar si aprovecháramos todos los datos que se recogen.
Esos datos, que van desde el simple número de vehículos que circulan por una calle en un momento determinado hasta el estado de las carreteras, la previsión meteorológica, o el lugar preciso en el que se encuentra un autobús permiten, bien gestionados, mejorar tanto la eficiencia operativa de la movilidad como la seguridad o incluso la sostenibilidad. Un ejemplo al que ya no damos importancia es Google Maps, que predice el tiempo que nos llevará llegar de un punto a otro según el medio de transporte y los datos en tiempo real de cómo está el tráfico. Con espacios de datos, podríamos ir mucho más allá.
Uno de los grandes retos a los que se enfrentan todas las industrias en su transformación hacia un modelo digital es del de cómo aprovecharse de verdad de todos esos datos que se recogen, ya que estos se encuentran en ocasiones en silos, separados. Han sido recopilados por distintos actores, públicos y privados, utilizando formatos y calidades diferentes. ¿No sería buena idea poder compartir todo ese conocimiento para, a su vez, generar información nueva que vaya más allá? Eso es lo que permiten los espacios de datos: garantizando la propiedad (no se ceden los datos), se genera un marco de confianza en el que se puede intercambiar información.
La necesidad de seguir avanzando hacia un nuevo modelo se hace evidente con solo leer esta serie de datos compartidos por Pablo Gómez, Sales & Service Manager de T-Systems Iberia, en el pasado IV Congreso Español de Smart Roads: la movilidad supone el 10% del PIB en España; se calcula que, en 2030, el 82% de la población española vivirá en ciudades; en 2022, el parque de automóviles español recorrió 406.449.394.448 kilómetros, el equivalente a un millón de viajes a la Luna.
La transformación hacia un modelo de datos permitirá una mejora del servicio, algo solo posible a través de los espacios de datos. Sin embargo, hay todavía retos: hay que garantizar la interoperabilidad de esos datos, así como su calidad, además de la privacidad y seguridad y, por último, la gobernanza. El resultado, eso sí, valdrá la pena: un sistema de transportes resiliente, sostenible, mucho más eficiente y seguro. La era antes de los datos nos parecerá en unos años lo que nos parecen ahora todos esos siglos sin vehículos a motor.
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