El spam es una plaga. No solo si nos referimos al correo electrónico, sino a través de cualquier otro medio de comunicación, desde el teléfono, pasando por las redes sociales e incluso los mensajes automatizados a través de WhatsApp. El fin último del spam es conseguir un beneficio para quien lo envía.
Así, podemos decir que la principal razón de ser del spam es un fin comercial, ya sea legal o ilegal, ético o amoral. Por ejemplo, uno de los fines más comunes hoy en día es el de recopilar y vender direcciones de emails válidas de usuarios a terceros, de manera que estos puedan utilizar dichas direcciones para sus propios fines.
Aparte de estos usos más o menos dudosos, existen los fines delictivos. Por ejemplo, los estafadores que envían publicidad engañosa o que ofrecen un trato muy lucrativo (y a todas luces falso, como la famosa estafa nigeriana y todas sus variantes). Por sorprendente que parezca, estos timos siguen funcionando porque hay personas que “pican”.
En el otro lado de la balanza de los “malos” están los ciberdelincuentes que incluyen en los emails todo tipo de aplicaciones maliciosas (gusanos, troyanos, y todo tipo de malware) para tomar el control de cualquier dispositivo de usuario (incluyendo dispositivos IoT) y utilizarlo para sus propios fines. Muchas veces, esos dispositivos infectados pasan a formar parte de una botnet, que se utilizará como parte de la ofensiva digital que son los ataques DDOS.
El phishing es otro de los ataques clásicos de los maestros del spam. En realidad, los correos no deseados (spam) están formados en gran parte por estafas (scam), y es posible confundir los dos términos, aunque en realidad forman una curiosa simbiosis. Veamos un resumen de las principales estadísticas relativas al scam en Internet en 2018.
- El correo no deseado supuso más del 50% del tráfico mundial de correo electrónico el pasado mes de mayo. Nos podemos hacer una idea de la amenaza ingente que supone tal cantidad de correo desechable… plagado de amenazas, como hemos visto.
- Las llamadas telefónicas con intenciones fraudulentas aumentaron dramáticamente desde 2017. Aquel año, el 3,7% de todas las llamadas eran fraudulentas; en 2018, el porcentaje alcanzó el 29,2%. La previsión para 2019 es del 44%.
- Solo en EE.UU., y hasta el mes de agosto pasado, se registraron 30.263 estafas por Internet. En todo 2017 se registraron 45.866 estafas en aquel país, lo cual nos indica el ritmo de crecimiento de este “negocio”.
- Las apps fraudulentas han proliferado enormemente. La falta de rigor de muchos usuarios al otorgar permisos a dichas aplicaciones lleva a que el pasado mes de octubre se conocieran más de 100 aplicaciones de Android utilizadas para generar tráfico artificial y estafar a los anunciantes millones de dólares.
- Casi tres de cada cuatro empresas (72%) citan el fraude en la compra online como una preocupación creciente en los últimos 12 meses, y casi dos tercios (63%) declaran los mismos o mayores niveles de pérdidas fraudulentas sobre ese mismo período.
El fraude online crece imparable. Cada vez hay más innovación en el cibercrimen, más canales y aplicaciones que explotar por parte de los cibercriminales, que se ocultan mejor y tienen mayor capacidad para engañar a las personas, pero siempre podremos protegernos de sus intentos de estafa teniendo precaución, desconfiando de cualquier “ganga” y no abriendo correos electrónicos de dudosa procedencia, entre otras cosas.
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