Si alguien les hubiese preguntado a nuestros abuelos cómo se imaginaban que comeríamos hoy en día, posiblemente no hubiesen logrado acertar por completo a la hora de describir nuestra dieta. Lo tradicional y la cultura «de siempre» pesan mucho en nuestros patrones de alimentación y consumo de bebidas, pero también lo hace el cómo cambia la sociedad y el cómo lo hacen los temas que nos importan en cada momento.
De hecho, en los últimos años ha aumentado la preocupación por la sostenibilidad a la hora de trazar cómo y qué se come. Tanto es así que los expertos pronostican que las empresas tendrán que preocuparse mucho más por el uso de recursos y la creación de procesos eficientes para respetar a la naturaleza. Igualmente, los consumidores piden productos cada vez más saludables y lo tienen muy en cuenta cuando deciden qué comprar (y que no).
A eso se suma que no solo en la comida del futuro entrarán nuevos ingredientes, sino que lo harán también nuevos sabores. Solo hay que pensar, por ejemplo, en cómo de común son ahora el guacamole o la salsa de soja en los hogares españoles y compararlo con lo que ocurría en los 90 para entenderlo.
Por eso, las compañías de la industria de la alimentación y las bebidas deben afinar muy bien qué hacen y cómo para conectar con estos consumidores. Para lograrlo —y para sobrevivir a los retos que va lanzando el mercado: solo en los dos últimos años han tenido que sobrevivir a crisis económicas, de logística y de escalada de precios de las materias primas—, la tecnología será una pieza fundamental. En realidad, ya lo es. Para descubrir las bebidas y comidas del futuro y también las del presente, la digitalización es clave. Es la que permitirá peinar datos, unificar procesos, eliminar redundancias o agilizar producciones. Sin embargo, las compañías no están exactamente en una posición muy sólida en lo que a transformación digital corresponde.
«Los equipos colaboran, pero por separado», comenta Marlèn Barrull, experta en Transformación Digital en una de las últimas Food&Beverage Talks de de T-Systems. Cada pieza del ecosistema corporativo trabaja con una solución diferente y la información no fluye como realmente debería. Incluso, las soluciones TI que se emplean no son muchas veces las más óptimas para unificar procesos y para hacer que todos los trabajadores estén en la misma longitud de onda. Barrull lo ejemplifica con lo que pasa en las áreas de formulación, donde se suele trabajar en Excel. «Excel es complejísimo», señala, explicando que hace que llevar un control de cambios o de versiones sea más complicado.
SpecPDM, tecnología a medida
Sin embargo, tener una buena base tecnológica es crucial para que las compañías de alimentación y bebidas puedan hacer su trabajo. Tampoco es imposible conseguirlo: ya existen soluciones específicas pensadas para los problemas de estas organizaciones y que ayudan a simplificar estos procesos, sumando valor añadido.
Es lo que ofrece la solución SpecPDM, la propuesta de T-Systems para este vertical y que puede funcionar tanto en la nube como in-site. Logra que la información esté accesible de manera rápida, suma munchas funcionalidades —por ejemplo, simplifica la trazabilidad o el control de gestión de calidad, pasando por el etiquetado, entre otras— y, sobre todo, mejora mucho el trabajo. Permite dar un salto en eficiencia.
«Lo que proponemos es una plataforma colaborativa», apunta Barrull. Y destaca que elimina solos, permite colaborar de verdad y aporta valor a los procesos clave de producción de la industria alimentaria y de bebidas. Además, es una solución válida para todos los actores del mercado. No es necesario ser un player gigantesco para sacarle todo el provecho. «Es potente y es para todo tipo de compañías», defiende Barrull.
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