Si quedaba alguien que dudase de la necesidad del sector retail de iniciar una profunda transformación digital, los últimos dos años han servido para para convencerlos de forma definitiva. Contar con tiendas físicas no significa ni mucho menos que se le pueda dar la espalda a la digitalización: en un mercado en el que los consumidores buscan y esperan una experiencia omnicanal, es necesario vender también de forma online. Pero la digitalización va más allá de los canales de venta: afecta a procesos a lo largo y ancho de toda la estructura del negocio. Saber aprovecharse de las oportunidades que ofrece la digitalización debe ser un objetivo estratégico para las empresas retail de cara al año que viene.
Los retos de la digitalización del retail en 2022 pueden resumirse en uno que lo abarca todo: estamos en un momento de cambios constantes. Como explicó Fernando Pareja, responsable de Sales, Services & Logistics Business Unit en T-Systems, en la primera edición del Retailtech de la Asociación Española del Retail, las empresas deben dar respuesta a los retos derivados de moverse en un entorno económico, social y tecnológico cambiante.
Para ello, más que ir respondiendo a cada reto individual con una solución improvisada de forma urgente, es más eficiente contar con una estrategia de negocio sólida que permita a la empresa capear las distintas tempestades que se interpongan en su camino mientras realiza su proceso de transformación digital.
«Es muy importante que todas las compañías que estamos flotando en este proceso de transformación tengamos claramente identificada cuál es nuestra estrategia de negocio, cuál es por tanto el rumbo de avance que debemos tener como compañía, y que tengamos esta estrategia de negocio mapeada con este plan de transformación digital», aseguró Pareja. «A partir de ahí, poder identificar en la ejecución de esta hoja de ruta lo que denominamos islas de valor, es decir, objetivos que nos permitan con su conquista la mejora de nuestro posicionamiento y nuestra competitividad en el mercado».
Para iniciar la transformación digital, es necesario tener en cuenta cuatro ámbitos de actuación: las personas, los procesos, la tecnología y los datos. Se avanzará gracias al impulso de la innovación, la colaboración y la experimentación.
Esta combinación de factores de actuación y avance, la definición clara de un rumbo (aunque no un destino, que será cambiante) y la identificación de esas islas de valor nos permitirá navegar en una embarcación sólida que no solo atravesará el mar cuando este esté en calma, sino también cuando lleguen las tempestades en forma de una mayor frecuencia de eventos disruptivos, las actividades de la competencia o remolinos en el mercado global.
Para que esto funcione, es clave que toda la organización de forma transversal reconozca los objetivos y reme en la misma dirección: una en la que la transformación digital —en la que la tecnología es un medio y nunca un fin en sí misma— nos permita adaptarnos a los cambios del mercado y la sociedad sin tener que cambiar de barco.
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