La transformación digital es una realidad ya que cada día que pasa se conectan más dispositivos a Internet. De hecho, en el 2018 con la llegada del Big Data o el Internet de las Cosas o IoT (del inglés, Internet of The Things), se calcula que más de 3.330 millones de aparatos electrónicos estarán conectados en las llamadas ciudades inteligentes o Smart Cities. Sin embargo, estos avances tecnológicos hacen que el ser humano se enfrente a un nuevo escenario en el tratamiento de sus datos personales.
Las nuevas tecnologías requieren un tiempo de aprendizaje por parte de los usuarios
La privacidad y el manejo de la información y datos sensibles son retos a los que se enfrentan los usuarios. Hay mucha gente que cada día usa wearables o gadgets que monitorizan toda su actividad, lo que proporciona una cantidad de información personal enorme. Otros ejemplos, son los datos bancarios o la información que manejan los buscadores acerca de los gustos y preferencias de sus clientes.
La #privacidad de los datos es el gran reto al que se enfrentan los usuarios Clic para tuitearPor tanto, el usuario tiene que tener en cuenta que es necesario un correcto manejo de la información personal, ya que todo dispositivo conectado a Internet deja un rastro digital. Las compañías recopilan información que se incorpora a sus bases de datos y al Big Data, con la excusa de mejorar la vida de sus clientes o usuarios. Sin embargo, lo cierto es que hay que tener cuidado con la privacidad ya que esa información es parte de la vida de los ciudadanos.
Con tantos datos e información que corre por Internet, las políticas de privacidad y navegar de forma anónima se convierten en prácticas necesarias
Con ello se consigue burlar en parte al Big Data y a las multinacionales. La transformación digital obliga al ciudadano a engañar al Big Data. La pregunta que surge es: ¿funciona?
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