Sin la industria, el mundo y nuestra vida cotidiana serían irreconocibles. Desde nuestra casa hasta nuestra ropa, pasando por los alimentos que consumimos o las carreteras por las que nos desplazamos, todo en la vida actual es posible gracias a la industria, que supone el 15,31% del producto interior bruto (PIB) en España. Se trata también, como no podía ser de otra forma, de un sector con un consumo energético muy alto y responsable de una buena parte de las emisiones de carbono. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), en 2021 el sector fue responsable de un 40% del consumo energético mundial y es el segundo, después del sector de generación de energía, que más emisiones de CO2 produce.
El reto está claro: es necesario convertir la industria, de la que tanto dependemos, en un sector más sostenible. Esto pasa de forma ineludible por su descarbonización. ¿Qué es la descarbonización? El proceso de reducción progresiva de las emisiones de carbono a la atmósfera. ¿Es posible la descarbonización de la industria? No solo es posible, sino necesario y clave para alcanzar el objetivo europeo de neutralidad climática en 2050. Es, sin embargo, una tarea enorme para cuyo éxito habrá que tener en cuenta numerosas variables, desde los posibles impactos en las cadenas de suministro hasta cómo afectará a los 35 millones de personas que en 2020 trabajaban en el sector en la UE.
Para abordar el reto, el impulso desde las administraciones públicas es imprescindible. En España, a finales de 2022 se aprobó el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de descarbonización industrial, destinado a “apoyar a la industria en su transición hacia modelos y procesos más respetuosos con el medio ambiente y contribuir al objetivo de neutralidad climática en 2050”. Para ello, cuenta con líneas de ayudas a empresas en sus tareas de descarbonización y el apoyo al desarrollo de nuevas instalaciones manufactureras, entre otras actuaciones.
Por otra parte, la propia iniciativa de las empresas es también fundamental. No solo será algo que requerirán las autoridades, sino que, desde el punto de vista económico, invertir en sostenibilidad es siempre una buena idea. ¿Por dónde empezar? El primer paso, como siempre antes de iniciar cualquier proceso de transformación, es saber desde dónde partimos. En este caso, toca calcular la huella de carbono de la empresa y ser lo más analíticos posible: detallar qué parte o actividad de la empresa es la que produce más emisiones. Tras conocer nuestra huella de carbono, el siguiente paso es iniciar, en caso de que no se haya hecho ya, los procesos de transición energética y transformación digital.
De todo esto se habló en el Smart Energy Congress 2023, patrocinado por T-Systems y en el que participaron también varios expertos de la empresa. Desde T-Systems ayudamos a nuestros clientes a, precisamente, hacer el proceso: saber de dónde parten, diseñar un plan de acción e implementarlo. Poner nuestra semillita para descarbonizar la industria y llegar con nota tanto a los objetivos europeos para 2030 como a la neutralidad en 2050.
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