El titular tecnológico de 2023 ha sido sin duda la llegada de la inteligencia artificial (IA) al mainstream. Ya no es solo algo de nicho cuyos avances seguían únicamente los expertos. Tampoco es la eterna promesa que fue durante mucho tiempo ni una tecnología de la que hemos oído hablar pero que nunca hemos probado. Todo el que ha querido ha podido trastear y experimentar con ChatGPT o generar imágenes con alguna de las múltiples herramientas existentes. Además, para poner el broche final al año, la Unión Europea alcanzó un acuerdo provisional sobre la propuesta relativa a normas armonizadas en materia de IA.
El objetivo de esta Ley de la IA es simple, proteger los derechos fundamentales, pero su alcance e implementación serán complejos. ¿Qué significará esta nueva regulación para las empresas? Lo más importante es que deberán estar atentas, por un lado, a cómo se va desarrollando la regulación y, por otro, a los usos que hacen de la IA.
El ejemplo más claro de por qué esto es importante es el de la selección de personal: la inteligencia artificial puede ayudar mucho en el ámbito de los recursos humanos, pero también puede caer en discriminaciones, algo que ha sido ya probado. Si en una empresa se tiende a contratar a hombres o personas blanca para determinados puestos, el algoritmo puede directamente descartar a mujeres o personas racializadas, sin tener en cuenta sus logros. Sin embargo, aquí surge también una posibilidad de buen uso, intentando entrenar a la IA hacia la inclusión y evitando los sesgos humanos que suelen colarse en el algoritmo.
Todo esto significa que las empresas deberán ser muy cautelosas y minuciosas a la hora de implementar la IA en sus negocios. Si son ellas mismas las que han desarrollado la herramienta, haciendo una revisión exhaustiva del resultado final buscando precisamente esos sesgos que podríamos pasar por alto, contratando incluso a una consultoría externa para que haga una auditoría. Si usan una herramienta no propia, investigando bien toda la oferta y asegurándose de que la elegida ha sido desarrollada siguiendo los más altos estándares y ajustándose a lo que las regulaciones van diciendo.
Que se regule la IA es una buena noticia, pero puede también frenar la implementación completa de la tecnología en las empresas. Al fin y al cabo, se trata de algo nuevo y que se va desarrollando a tal velocidad que es difícil mantener el ritmo, tanto a empresas como a autoridades. Asegurarse de que la estamos utilizando bien requiere tiempo, investigación previa y estar constantemente al tanto de los distintos desarrollos al respecto.
¿Significa esto que las empresas deban renunciar a la IA hasta que pase un poco la vorágine? No necesariamente. Se trata, simplemente, de ir paso a paso, tener claro lo que queremos conseguir y cómo hacerlo de un modo responsable, sostenible y legal. Ir de la mano de un socio como T-Systems aporta a las empresas ese extra de seguridad: saber que en este nuevo y emocionante camino te está guiando alguien que tiene en cuenta tus necesidades, el marco legal y las tecnologías disponibles.
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