La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en la tecnología de moda. Ya no solo se habla de ella en conferencias y análisis sobre el futuro IT como ocurría hasta no hace tanto tiempo. Ahora, es un elemento que protagoniza los titulares de los medios generalistas, que soporta herramientas que utilizan personas de a pie cada día —posiblemente, cada minuto— y que modifica ya muchos de los elementos con los que nos cruzamos cada día.
Para las empresas, la IA se ha asentado como un elemento agridulce. Las compañías no paran de escuchar hablar sobre su elevado potencial, pero al mismo tiempo se preocupan por sus posibles riesgos. Está lo que supone en términos humanos —la IA va a alterar el mercado de trabajo, lo que supondrá una prueba de estrés para las compañías— pero también lo que implica en riesgos técnicos. Los responsables IT corporativos se cuestionan su impacto en ciberseguridad, en infraestructuras y en uso de datos. Eso hace, en ocasiones, que se pierda de vista sus ventajas.
El elevado potencial de la IA es un factor que las compañías y su equipo directivo no deberían perder de vista. Los últimos cálculos de IDC estiman que 2023 se cerrará con una inversión global en IA generativa de casi 16 000 millones de dólares, que se habrá multiplicado de forma exponencial a unos años vistas. En 2027, será ya de 143.000 millones de dólares, un 73,3% más que la cifra actual.
«La IA generativa es más que una tendencia fugaz o una mera exageración. Es una tecnología transformadora con implicaciones de gran alcance e impacto empresarial», explica Ritu Jyoti, vicepresidenta de grupo en IDC, como recoge Silicon. Puede ayudar a «remodelar las industrias» y renovar el modo en el que se trabaja.
Para lograrlo, debe partir desde una base ética y sostenible. Esto es, el desarrollo de la IA debe tener muy presente el impacto que tiene en el mundo que la rodea y corregir sus posibles efectos más negativos ya antes de que sucedan. Con esto presente, la inteligencia artificial puede aportar grandes beneficios.
Así, la IA puede estar centrada en las personas, orientada a mejorar sus vidas. De este modo, como recuerda el analista de T-Systems, Stephan de Haas, se convierte en una extensión de las capacidades humanas y también se reducen los riesgos. Por otro lado, la inteligencia artificial puede ayudar a lograr un mundo más verde. Adecuando la infraestructura para que sea más sostenible, se reduce su huella de carbono.
Los ejemplos de uso positivo de la IA son la vía más clara para entender qué supone: las soluciones de T-Systems ya ayudan a mejorar los diagnósticos médicos o el tiempo de calidad que pasa el personal sanitario con sus pacientes o sirven para hacer un control de calidad más eficiente en fábricas.
Al final, esta herramienta logra manejar grandes cantidades de información, en tiempos mínimos que el cerebro humano no podría igualar, lo que da una ventaja competitiva a la hora de entender qué está pasando en un momento exacto o de adelantarse al futuro. En un momento más complejo que nunca y en el que las compañías necesitan evitar a toda costa los riesgos y los pasos en falso, la IA se convierte así en una aliada que ayuda a no cometer errores y a no dejar pasar oportunidades.
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