La próxima generación de jubilados dispondrá de un abanico de servicios tecnológicos sin precedentes, que están llamados a reinventar su futuro en el ámbito del ocio y la salud. Con un mundo en el que más de 6400 millones de dispositivos están ya conectados, las perspectivas de la jubilación no deben sino ser revisadas.
El reto social y económico del IoT
Según los analistas de Gartner, para 2020 al menos la mitad de los principales procesos y sistemas de los negocios y sectores emergentes mostrarán algún tipo de conexión, por lo que sería posible aventurar que el cambio a un paradigma de IoT está más cerca de lo esperado.
El IoT (Internet de las Cosas) llevará las TIC a los jubilados con la intención de hacerles la vida más fácil. Los lugares comunes ya son conocidos: frigoríficos que analizan la dieta, despertadores que monitorean la calidad y duración del sueño, etc. Todo integrado en un sistema que convierte el hogar inteligente en una solución mucho mayor que la suma de sus dispositivos IoT. Y, finalmente, que comunica con el exterior para alejar la soledad, acercar las familias y sincronizarse con los servicios médicos, la farmacia o el transporte.
Sin embargo, este modelo también exigirá mayores responsabilidades ante la multitud de retos inevitables (en hábitos y en sobre todo en seguridad y privacidad) que pueden ser difíciles de gestionar, especialmente para los no nativos digitales.
El requerimiento tecnológico y de gestión del IoT precisará de un nuevo sector de especialistas y proveedores de servicios que, necesariamente, deberán ser tenidos en cuenta en los costes de la futura jubilación, hasta ahora relativamente previsibles. Los dispositivos IoT no tardarán en ofrecer cuotas por servicios no previstos ahora. ¿Cómo afectara a la economía de la jubilación y a la forma de planificar el futuro del ahora trabajador? ¿Están las personas mayores preparadas para este cambio y sus retos?
Foto | Maurizio Pesce
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