El aumento de la potencia y del número de dispositivos móviles, así como el acceso a conexiones M2M (Máquina a Máquina) y a redes más rápidas, son causa de que la tecnología de conexión vaya variando a lo largo del tiempo. La compañía Cisco ha presentado un informe sobre las tendencias para los próximos años en lo que respecta a las TIC.
El dato más claro es que la conectividad 3G superará a la 2G como tecnología predominante a escala mundial hacia 2017. Para 2019, el 44 % de todas las conexiones de telefonía móvil serán para las redes 3G, quedando la mitad de ese valor para la conectividad 2G. El 8 % será para las redes LPWA, mientras que el 4G tomará el 26 % restante.
Por lo que respecta a los usuarios, los números abruman. En 2019 habrá 5200 millones de usuarios móviles, que supondrán el 69 % de la población mundial estimada. Los 4300 millones contabilizados el año pasado suponen casi el 59 % de la población. El número de dispositivos o conexiones alcanzará la cifra de 11500 millones, lo que supondría un crecimiento del 50 % desde la cantidad actual.
En España el crecimiento no es tan acusado, pero las cifras también aumentarán en los próximos años.
¿Cuáles son las consecuencias de estos datos para la sociedad mundial?
Los dispositivos móviles ya se han convertido en algo trivial para casi todas las personas y, con el paso de los años, aún lo serán más. El efecto de un mayor uso para cada individuo y para el total de la población debería tratarse punto por punto en otro informe que mereciese el mismo tratamiento que el de Cisco.
Los dispositivos móviles han llegado a ser instrumentos mediadores para la creación de nuevas relaciones, pero al mismo tiempo enfrían las relaciones existentes. Es decir, conectamos con más personas, pero lo hacemos desde cierta distancia. Es obvio que pueden servir para disminuir o anular sentimientos negativos, como la angustia por estar separados de nuestra familia o el aburrimiento de la soledad. Sus aplicaciones laborales son infinitas y beneficiosas, tanto para la empresa como para sus trabajadores: movilidad y flexibilidad de horarios, descentralización de los procesos, ahorro de tiempo, etc.
Pero abusar de estos elementos puede conducir a un tipo de adicción caracterizado por el consumismo, la inseguridad, el aislamiento y la incomunicación, el deterioro de las relaciones más cercanas, un mal rendimiento y, en los casos más graves, comportamiento compulsivo y alteraciones mentales.
La pregunta que debe plantearse ahora es si la mejora de los dispositivos y el aumento del número y velocidad de las conexiones llevará a asumir esta adicción como propia de la sociedad o si podrán seguir utilizándose las redes móviles para beneficio propio, como siempre se ha hecho con los desarrollos tecnológicos.
Foto | Mark Hillary
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