Hace ya muchos años que la palabra sostenibilidad se cuela en los lugares más insospechados. Desde que, en 2015, además, la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el concepto es casi omnipresente. Aunque lo habitual sigue siendo relacionarlo principalmente con temas medioambientales, lo cierto es que la sostenibilidad tiene muchas más patas. Para que algo sea sostenible debe, sí, tener en cuenta su impacto ambiental, pero también otros aspectos. Todos ellos los incluye la sostenibilidad empresarial.
¿Qué necesita una empresa para ser sostenible —es decir, para poder perdurar—? Debe conjugar lo que es correcto, rentable y justo y poder hacerlo siempre. O, dicho de otra manera, además de pensar en el medio ambiente, no debe perder de vista su función socioeconómica, por ejemplo. Todo esto incluye la actividad de la compañía hacia fuera (su modelo de negocio, sus productos o servicios, el modo en el que se relaciona con clientes y proveedores), pero empieza mucho antes. Empieza aplicando todos esos principios de sostenibilidad en su propia plantilla. Sin el bienestar de los empleados, la sostenibilidad empresarial no es posible.
De fondo, una cuestión que a nadie se le escapa: los trabajadores que están a gusto son más productivos, algo que ya han probado numerosos estudios. Uno de ellos, realizado en 2021 por la Universidad de Warwick, concluyó que los trabajadores felices eran un 12% más productivos. Este bienestar es también fundamental para la retención de talento. Según un estudio publicado en 2013 en la revista Human Relations, los empleados que están más satisfechos en sus empleos tienen menos probabilidades de abandonarlos. También aumentan la motivación y la capacidad de liderazgo de esos empleados felices, según han concluido otras investigaciones.
Volviendo a la sostenibilidad, relacionado con el bienestar en el trabajo surge el concepto de sostenibilidad emocional, es decir, pensar en la salud mental y las emociones de los trabajadores. Todo esto repercute de forma positiva también en las cuentas de la empresa: esa plantilla satisfecha y productiva desemboca en una empresa que factura más y cuyas acciones son más valiosas. Ocurre también lo contrario (empleados descontentos se irán antes, por ejemplo, o aumentarán el absentismo y las bajas por enfermedad), una volatilidad que dificulta la estabilidad de la compañía y, por lo tanto, su sostenibilidad en el tiempo. En un lugar de trabajo tóxico, en definitiva, es más complicado mantener a un equipo estable y que ayude al crecimiento y a la innovación en la empresa.
En T-Systems nos tomamos todo esto muy en serio, razón por la que estamos implementando un sistema de lugar de trabajo emocionalmente sostenible (ESWS, por sus siglas en inglés), una encuesta a nuestros trabajadores que se utilizará precisamente para mejorar su experiencia, salud y bienestar en la empresa. Además de contribuir a la felicidad de los empleados y a la salud empresarial de la compañía, pensar en este bienestar impacta también de forma positiva en la sociedad. Un círculo virtuoso en el que todo el mundo sale ganando.
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