Manejar enormes cantidades de datos es algo cada vez más común para todo tipo de compañías, ya sean de gran tamaño, o pequeñas empresas. El Big Data es el nuevo “oro” con el que se puede trabajar para reducir costes, mejorar procesos, potenciar las campañas de marketing y, en definitiva, ser más eficientes.
Sin embargo, el proceso de los datos puede dejar al descubierto una serie de retos relacionados con la ética y las normativas legales de protección de datos, por mencionar algunos. Estos retos se pueden identificar muy bien en el campo de la salud, y las conclusiones que se puede extraer aplican fácilmente a otras industrias. Como sabemos, el Big Data en el campo de la salud tiene gran potencial, puesto que permite recortar los tiempos de espera, gestionar mejor los residuos o mejorar la experiencia del paciente en todas las fases de tratamiento.
Precisamente esas ventajas están poniendo freno a la adopción de las técnicas de Big Data en la medicina. La enorme ventaja de utilizar datos médicos anonimizados para mejorar los procesos, o de extraer datos estadísticos que muestren las probabilidades de desarrollar ciertas enfermedades, posibilitando así el desarrollo de nuevas estrategias más eficaces para su tratamiento choca de frente con las leyes y normas de protección de datos.
El potencial de utilizar Big Data en medicina es enorme: crear bancos de genoma para entender las mutaciones genéticas, predecir el desarrollo de enfermedades, mejorar el diagnóstico y proporcionar nuevas vías de investigación en tratamientos, entre otras cosas como la completa personalización del sistema sanitario, de la prevención, pronóstico y seguimiento de las enfermedades.

los problemas de utilizar Big Data en medicina
En primer lugar, debemos colocar los ciberataques. La exposición de datos, o directamente el robo de estos, ha supuesto más de un quebradero de cabeza para muchas instituciones. Tan solo en 2017 y en los Estados Unidos se detectaron 477 problemas de “data breach”, es decir, o bien robo de datos, filtrado de los mismos, exposición pública… Estos eventos afectaron a nada menos que 5,6 millones de historiales médicos.
El problema no es solo el robo de los datos: simplemente es ser capaces de mantenerlos en privado. Los archivos y bases de datos de historiales clínicos sirven a los investigadores para los fines que ya hemos mencionado, como el análisis predictivo, la identificación de patrones y tantas otras cosas. Esto será posible siempre que la tecnología proporcione las herramientas necesarias para garantizar la privacidad de las personas bajo cualquier supuesto.
Otro gran problema, o quebradero de cabeza, es la demanda judicial. Cuando se produce una pérdida de datos, o estos quedan expuestos y se vulnera la privacidad, llegan las demandas. Eso significa que, en muchos casos, se frena el uso del Big data para la mejorar los procesos y se pierden los beneficios que aporta por temor a cualquier problema que pueda surgir. La solución: crear un marco ético de buenas prácticas y una normativa bien diseñada, que cubra desde los procedimientos de tratamiento de datos hasta las contramedidas en caso de fallo.
El Big Data aporta demasiado valor al sector médico como para pasarlo por alto. Es posible que el sector salud deba actualizarse debidamente ante la nueva era de los datos para poder desarrollar un trabajo tan importante, teniendo en mente que la privacidad de sus pacientes es tan importante como su salud, y sus tratamientos.
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