Uno de los problemas más difíciles de solucionar en la atención sanitaria es el del transporte: solo en los Estados Unidos, 3,6 millones de personas pierden su cita médica por la falta de un sistema de transporte fiable. La pérdida de cita es un gran problema para el sistema sanitario en todo el mundo porque implica la reserva de recursos que no van a ser utilizados, en detrimento de personas que sí acuden a sus citas.
Por eso, las empresas de ride sharing están delineando proyectos enfocados en proporcionar transporte a esas personas (por ejemplo, Uber Health) que, por no disponer de su propio medio de transporte, son incapaces de llegar a tiempo. Esto incluye tabién a quienes sí disponen de vehículo propio, pero el problema del aparcamiento, la congestión u otros elementos fuera de su control consiguen que pierdan esa cita.
¿Es viable emplear #ride-sharing para dejar de perder citas médicas? Share on XNo son precisamente las citas con el médico de cabecera lo que supone un mayor quebradero de cabeza para el sistema sanitario, sino aquellas que, de no completarse, pueden llevar a la hospitalización del paciente. Es el caso de las citas de oncología, o para someterse a diálisis, por ejemplo. Los gastos de hospitalización que se derivan de la no asistencia a este tipo de consulta son muy elevados, de ahí que se ponga esfuerzo y medios para trsatar de minimizar los gastos evitables. Compañías como Uber o Lyft disponen de programas de ride sharing para tratar de minimizar las faltas de asistencia en la medida de lo posible.
Se enfrentan a un gran reto, y a pesar de que la idea funciona a las mil maravillas sobre el papel (la posibilidad de transportar a ancianos, personas con movilidad reducida o personas con escasos recursos económicos que vivan, por ejemplo, en zonas con mala cobertura de transporte urbano, por ejemplo), en la práctica tiene algunos problemas importantes.
El factor humano: ¿tiene todo el mundo la predisposición a utilizar el ride sharing?

Esta pregunta aplica también a otro campo de la automoción ligada a la tecnología: ¿está el mundo preparado para asumir el coche autónomo? ¿Cómo gestionarán las personas un viaje en un coche sin conductor? La respuesta no es sencilla en ambos casos, porque las personas están acostumbradas a tomar el control, o que sean otras personas las que toman ese control.
El progreso tecnológico siempre va por delante de la sociedad y de las costumbres, de ahí que, a pesar de que hay cada vez más usuarios de servicios de ride sharing, el ride sharing no es una opción para todo el mundo. Las personas mayores o, en general las personas ajenas a este tipo de avances y de sistemas de movilidad, pueden ser reacias a utilizar un servcio así, o incluso pueden no comprenderlo.
Un ejemplo servirá para ilustrar esta problemática:
Una de las lecciones aprendidas de la experiencia [de Uber] es que muchos de los pacientes que usan el servicio no han usado antes Uber y ni siquiera tienen un smartphone. La compañía ha tenido que usar mensajes de texto para alertar a las personas que no tienen la aplicación Uber o smartphone sobre sus próximos trayectos, e incluso llamadas telefónicas para algunas personas.
En el otro extremo, los beneficios de utilizar tecnologías digitales como las aplicaciones de ride sharing es que hacen sencillo rendir cuentas del uso de los servicios. En los EE.UU., el programa federal Medicare proporciona servicios de transporte en ambulancia cuando es peligroso o inconveniente el transporte del paciente en taxi, o en otro medio de transporte. El uso fraudulento de esa prestación puede llegar a su fin si la tecnología entra en juego con, por ejemplo, este tipo de compañías de viajes compartidos.
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