¿Sirve para algo tapar la cámara y el micrófono del ordenador?

Es frecuente encontrarse con ordenadores de amigos, colegas de trabajo o centros públicos con la cámara tapada con una pegatina. Se piensa que de esta manera podemos evitar que los ciberdelincuentes puedan saber qué hacemos a través de la webcam e incluso, del micrófono. ¿Tienen fundamento estos temores?

Aunque hay muchas razones legítimas para usar el software RAT (Remote Administration Tools), comúnmente se ha asociado a actividad maliciosa y criminal. Esta tecnología puede atentar contra la privacidad de cualquier usuario, por ejemplo, utilizando a su antojo elementos del ordenador como la cámara o el micrófono.  En este sentido, la ‘carrera armamentística’ de la ciberseguridad siempre estará activa, para evitar este tipo de prácticas.

Sin embargo, para prevenir ciertos usos perjudiciales del RAT, hay medidas de seguridad más sencillas que la aplicación de los programas y las contraseñas más potentes. Estos últimos nunca sobran, pero con medidas más elementales podemos desbaratar las malas intenciones de cualquier hacker.

Una pegatina sobre la cámara contra el espionaje

Si la imagen no llega a la lente, no hay nada que captar. Una solución elemental es tapar la lente de la webcam y la entrada del micrófono. Un trozo de cinta aislante puede servir, aunque existen pegatinas específicamente ideadas para esto.

Y es que a veces las soluciones más sencillas pueden ser las más efectivas. Se hizo famosa la fotografía de Mark Zuckerberg en la que el fundador de Facebook aparece junto a un portátil con la cámara y el micrófono tapados con simples adhesivos. Esta medida no es una excentricidad, ni sólo necesaria para grandes CEO o famosos. Cualquier persona anónima puede ser espiada por su webcam y ser chantajeada con las imágenes captadas, algo que ha ocurrido en innumerables ocasiones en los últimos años.

En definitiva, el cibercrimen no entiende de nombres y la víctima puede ser la persona más inesperada. Sin embargo, parece que una simple pegatina puede frustrar los planes del hacker más habilidoso. Este tipo de medidas ‘analógicas’ demuestran que la ciberseguridad empieza con la búsqueda de soluciones efectivas y no necesariamente sofisticadas.