El uso en politica de sistemas informáticos de rastreo, análisis y visualización de datos masivos (lo que se conoce como Big Data) tiene como fecha clave el año 2008, cuando Barack Obama empezó a utilizar este método en su campaña de elecciones por la presidencia de Estados Unidos. En 2012, su equipo volvió a usar esta herramienta para unificar fuentes de datos como sondeos, correos electrónicos, mensajes en redes sociales y patrones de consumo. Todo ello, con un fin: segmentar al electorado según edad, sexo, procedencia y otros parámetros, para ofrecer propuestas personalizadas y que su petición de voto fuera más efectiva.
Desde entonces la revolución del Big Data ha cobrado auge en otros países, incluyendo España, donde cada agrupación puede saber quiénes votaron en los últimos comicios, con qué partido se registraron, lugar de procedencia y cuáles son sus gustos, preocupaciones y amigos en redes sociales. Estos detalles, recopilados gracias al sistema de data analytics, pueden ayudar a predecir a qué perfil de candidato es más probable que se vote, algo que se ha vuelto de vital importancia tanto para las elecciones municipales y autonómicas de este 2015 como para las generales del próximo 20 de diciembre.
En las últimas semanas, sin ir más lejos, los medios de comunicación recogen el manejo de este tipo de software por algunos partidos como el PP, que se sirve de ello para recolectar información que precisan los candidatos sobre un tema y lugar concreto a la hora de hacer un mitin o de enfrentarse a un debate. Pero este no es el único caso, pues PSOE, Podemos y Ciudadanos, así como la misma prensa, también emplean esta tecnología para conocer con precisión a sus electores fieles y a los potenciales, unos para afinar sus estrategias políticas y otros para informar a la ciudadanía de las últimas tendencias de voto.
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