A estas alturas, es casi un cliché decir que la pandemia lo puso todo en nuestra vida patas arriba. Uno de los campos en los que sus consecuencias fueron más visibles de forma inmediata fue el de la presencialidad en el trabajo. De pronto, se vio que en muchísimos empleos era posible trasladar la oficia a casa sin mucha dificultad y seguir trabajando con un rendimiento a veces incluso superior sin necesidad de desplazarse. Poco a poco, hemos vuelto a las oficinas porque el cara a cara en persona sigue aportando un no sé qué extra que es difícil de sustituir, pero el experimento global ha servido para ver que una mayor flexibilidad es posible.
Para llegar a esa flexibilidad que facilita la opción del teletrabajo es imprescindible la digitalización. Llevar a una nube, pública o privada, todas las acciones y procesos de una empresa que sea posible libera a sus trabajadores de la necesidad de estar en un espacio físico concreto para realizar su trabajo. Para ello, es imprescindible un proceso de transformación digital bien pensado y diseñado, que se asiente sobre una cloud sólida y en el que no aparezcan problemas derivados de la digitalización que no existían antes.
Por otro lado, también es preciso tener en cuenta que la transformación digital no se traduce de forma automática en una mejor conciliación. La pandemia también dejó claro que con esa pérdida de límites entre los espacios personales y de trabajo muchas veces el efecto era el contrario: el ámbito laboral se iba comiendo poco a poco al personal. Las leyes que regulan el teletrabajo ayudan a reestablecer esos límites y a evitar que ese poder trabajar desde cualquier lugar signifique tener que hacerlo sin parar.
A lo que sí ayuda esa flexibilidad es a poder adaptar mejor las exigencias del trabajo y las de la vida personal a nuestras circunstancias concretas. ¿Que un día —por la razón que sea— te va a resultar difícil desplazarte a la oficina porque necesitas estar en casa o en cualquier otro sitio? Si lo que ocurre no es algo que te impida trabajar, en vez de tener que pedir un día o renunciar a un elemento importante de tu vida personal, puedes simplemente abrir el portátil de la empresa y teletrabajar desde donde tengas que estar. Esta digitalización también le abre la puerta a una flexibilidad horaria que antes no siempre era posible. A lo mejor un día te viene mejor trabajar por la tarde; si tu función concreta no está atada a determinadas horas, puedes hacerlo sin problema y sin tener que preguntarte si la oficina estará abierta.
Esta flexibilidad que permite la digitalización abre muchísimas más puertas a lograr un equilibrio entre vida y trabajo que antes no siempre se lograba. En T-Systems, por ejemplo, apostamos por este nuevo modelo de trabajo en el que los empleados tienen la libertad de planificar su vida como mejor les convenga, de modo que, cuando están trabajando, puedan concentrarse al cien por cien en su tarea. Con una mejor conciliación todos salimos ganando.
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