La identidad digital es, en pocas palabras, todo aquello que existe en la red y que puede servir para identificarnos. Este concepto, tan sencillo, esconde una complejidad enorme dada la cantidad de información (privada y pública) que compartimos habitualmente en Internet.
En realidad, la identidad digital es similar a la identidad que tenemos en el mundo real, solo que la primera se puede robar, mientras que la segunda no. En el mundo físico, todo lo que hacemos, todo el rastro que dejamos en nuestras interacciones con otras personas conforma dicha identidad.
En Internet sumamos a nuestra identidad real multitud de otros datos, a veces ni siquiera reparamos en ellos. Por ejemplo, cualquier comentario en publicaciones de cualquier tipo, desde blogs hasta redes sociales, los «likes» en Facebook, retweets y «me gusta» en Twitter, las fotos que compartimos en Instagram (y a las que damos «like»)… Podríamos seguir todo el día.
Los retos de la identidad digital
Cada vez usamos más nuestra identidad digital, para más cosas. Comprar por Internet es ya muy habitual, y no solo en grandes ecommerce, sino en pequeñas tiendas de todo tipo. También pagamos desde la app del móvil y hacemos muchas operaciones que, hace tan solo cinco años, eran bastante poco frecuentes.
Esto supone retos importantes de seguridad y privacidad que hay que superar. El más importante es disponer de sistemas de identificación que sirvan para identificarnos sin asomo de duda… y también que nos sirvan para demostrar que nosotros somos los titulares de la identidad digital, y no lo es cualquier impostor.
El robo de identidades digitales es uno de los delitos más frecuentes en la red. Así puedes protegerte:
- No te conectes a redes WiFi que estén desprotegidas, o las públicas.
- No visites páginas web sin protección, es decir, evita aquellas que no dispongan de https, el protocolo seguro de transferencia de hipertexto.
- Utiliza contraseñas seguras y cámbialas con regularidad. Hablamos de este tema cuando explicamos las ventajas de los gestores de contraseñas en el artículo del ABC de la ciberseguridad personal.
- Actualizar el software cuando toque hacerlo. Las actualizaciones de seguridad no deberíamos saltárnoslas nunca, pues son vitales para protegernos del malware.
- Repasar siempre los permisos y las políticas de privacidad, aunque sean un poco «rollo».
- Monitoriza tu nombre regularmente. Búscate en Google, a ver qué encuentras, y, si hay algo que no te guste, procura ejercer tus derechos en cuanto a protección de datos. No queremos decir que haya que eliminar toda la información personal de Internet, aunque sí que puede ser necesario restringir ciertas cosas que no concuerden con tus preferencias.
Como siempre, es necesario actuar siempre con prudencia y sabiendo muy bien qué compartimos, en dónde. Por ello, en T-Systems te ofrecemos la ayuda de nuestros expertos en identidad digital y seguridad para cubrir tus necesidades empresariales. No dudes en ponerte en contacto con nosotros para cualquier duda o pregunta.
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