Hace ya tiempo que la inteligencia artificial (IA)ha pasado de habitar relatos de ciencia-ficción a ser una realidad en nuestro día a día: los anuncios que muestra nuestro móvil son uno de los ejemplos más paradigmáticos. Aun así, si tenemos en cuenta todo lo que se espera de ella y todo lo que promete, la tecnología está todavía en sus etapas iniciales. A la hora de pensar en cómo será un futuro en el que la inteligencia artificial esté plenamente desarrollada e integrada en nuestras vidas, es inevitable imaginarse cómo cambiará el mundo de la salud, uno de los sectores en los que puede suponer una auténtica revolución.
La propia Organización Mundial de la Salud publicó en 2021 un informe titulado Ethics and Governance of Artificial Intelligence for Health en el que detallaba las principales oportunidades y retos de la llegada de la IA al mundo sanitario, un imprescindible para un sistema sanitario realmente digitalizado. Una de las aplicaciones más claras y que ya se realiza en algunos países es la de usar la IA para agilizar diagnósticos: a través del análisis de datos, se puede acelerar ese diagnóstico, ser más preciso en él e incluso detectar algo antes de que ocurra, un elemento valiosísimo a la hora de prevenir enfermedades.
El informe también hace referencia a cómo la IA puede mejorar la atención clínica (automatizando tareas y dejando a los médicos más tiempo para escuchar y tratar al paciente, por ejemplo, o ayudando a escoger el tratamiento más adecuado), impulsar la telemedicina y extender ese cuidado clínico más allá del sistema sanitario (a través, por ejemplo, de apps que nos ayudan a tomar las mejores decisiones para nuestra salud).
Para que todo esto realmente mejore el sistema de salud, es necesario no perder de vista que el factor humano seguirá siendo importante, que proteger los datos de los pacientes es imprescindible y que la tecnología debe estar construida sobre una base firme que no falle.
Un ejemplo, que funciona través de la Open Telekom Cloud, es Fuse-AI, una herramienta que facilita el diagnóstico médico con procesos de análisis de big data: se trata de una inteligencia artificial que detecta signos de cáncer en las resonancias y analiza si son tumores malignos o benignos. Gracias a esto, se ahorra tiempo y se proporcionan diagnósticos más acertados.
La tecnología funciona y logra sus objetivos, en parte, gracias a la base de cloud en la que se encuentra, que permite analizar grandes volúmenes de datos de manera rápida y eficaz. Además, al tratarse de una empresa segura y fiable (Deutsche Telekom, de la que T-Systems es filial), médicos y pacientes pueden estar tranquilos. La plataforma no se va a caer ni desaparecer; los datos están a salvo.
Ejemplos como este, que ya están en funcionamiento y mejorando la vida de mucha gente, son solo la punta del iceberg que muestra cómo cambiará el sistema sanitario —y como consecuencia, la salud de la población— cuando la inteligencia artificial se convierta en una realidad extendida en este sector. Nos preguntaremos, no sin razón, cómo hacíamos antes de tener este inteligentísimo apoyo.
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