Uno de los efectos colaterales que tienen las crisis es la salida a la superficie de forma clara e inequívoca de las necesidades más urgentes de la sociedad. Todas ellas suelen llevar ya años asomando la cabeza, pero con los terremotos que provocan las crisis su presencia se convierte en ineludible. El coronavirus lo ha hecho en muchísimos niveles, pero uno de ellos ha sido especialmente notable: la necesidad de modernizar e invertir en sanidad. Este proceso pasa necesariamente por la digitalización.
Las ventajas que esta digitalización sanitaria supondrá son muchas, pero, como en cualquier transformación profunda de un sistema, el camino está lleno de nuevos retos. Uno de los más importantes es el de cómo garantizar la protección y la privacidad de los datos de los pacientes.
Este aspecto, la protección de datos, es clave en todos los ecosistemas digitales en los que se produce un intercambio y almacenamiento de información en ocasiones confidencial o personal. Sin embargo, en el caso de la sanidad, su importancia es incluso mayor, ya que se trata de datos especialmente sensibles. Cualquier empresa sanitaria, pública o privada, debe iniciar el camino hacia la digitalización con el tema de la protección de los datos resuelto: no solo es algo que todo paciente espera, sino que es lo que exige la ley. No hacerlo, además de alejar a los usuarios, puede tener consecuencias legales.
Si hablamos de una compañía pequeña, la solución puede estar en un simple servidor local. Sin embargo, para proyectos más ambiciosos, empresas grandes en las que hay que cruzar datos de distintas fuentes o directamente un sistema sanitario entero como el de la sanidad pública, los servidores locales se quedan pequeños. Es necesario recurrir al cloud privado o al público.
Una de las soluciones impulsadas por T-Systems para superar ese escollo al que se enfrentan muchas compañías sanitarias a la hora de digitalizarse es la Healthcare Cloud. Esta plataforma es el primer cloud que cumple los requisitos de protección y seguridad de los datos de las organizaciones obligadas a mantener el secreto profesional. Además, al tratarse de un cloud público, permite niveles de flexibilidad y rentabilidad que serían muy costosos de conseguir en un entorno cloud privado.
Pese a que siempre relacionemos las nubes con algo que está flotando en el cielo, una solución como Healthcare Cloud se parece más a los cimientos de una casa: un lugar firme sobre el que construir todo el resto del ecosistema. Si los cimientos no son lo suficientemente profundos o sólidos, la casa tendrá problemas. Si la nube no es segura y tiene puntos vulnerables que comprometen la privacidad de los datos, el sistema de salud digital construido sobre ella será de menor calidad y acabará por desmoronarse al no contar con los requisitos básicos necesarios para su buen funcionamiento.
Una nube firme y a prueba de vulnerabilidades, en cambio, permite manejar esa gran cantidad de datos y centrarse en desarrollar y aprovechar todas las ventajas que permite la digitalización de la salud. El resultado: un sistema sanitario más rápido, eficaz y rentable en el que el paciente está siempre en el centro.
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