Las 16 economías más ricas consumen más del 70% de toda la electricidad producida en el mundo. La ACEEE (American Council for an Energy-Efficient Economy) analiza cómo estas economías utilizan toda la energía que consumen en tres áreas: industria, transporte y edificación.
Un país que utiliza menos energía para conseguir iguales o mejores resultados reduce costes y contaminación, logrando una economía más fuerte y competitiva. La eficiencia energética se viene considerado desde hace décadas en los países desarrollados, pero la eficiencia energética sigue siendo un recurso energético infrautilizado.
La eficiencia energética también es un aspecto que influye en la resistencia de una región para soportar y recuperarse de sucesos e incidentes adversos.
Los resultados se publican en el informe International Energy Efficiency Scorecard. Algunos ejemplos de las métricas utilizadas incluyen el consumo promedio de los vehículos particulares y de transporte de mercancías y el de las viviendas, oficinas e industrias, entre otros aspectos cuantificables.
En la escala Alemania es el país más eficiente, seguido por Italia y el promedio de la UE. España ocupa la octava posición. Teniendo en cuenta que las mejores posiciones se obtienen con 65 puntos sobre un máximo de 100, la ACEEE considera que todos los países disponen todavía de un margen muy amplio de mejora en la eficiencia energética en todos los aspectos analizados.
La ineficiencia energética no sólo tiene costes económicos e incrementa la contaminación; también supone preservar recursos naturales y en caso de los países que importan una parte importante de la energía que consumen les otorga mayor independencia energética, competitividad, autonomía y capacidad de inversión en el desarrollo. Precisamente se observa que lo países más dependientes energéticamente del exterior —caso de la UE en general y de España en particular— tienden a ser más eficientes.
El estudio también tiene en cuenta la implicación gubernamental para impulsar y unificar esfuerzos en lograr una mayor eficiencia. Un ejemplo recientemente mencionado es la directiva de la Unión Europea destinada a desarrollar edificios inteligentes de consumo energético casi nulo.
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