Internet es algo ya tan presente y constante en nuestras vidas que no nos paramos a pensar en lo que hay detrás. Hace apenas dos décadas, todavía nos maravillábamos ante esa posibilidad de recibir en la pantalla del ordenador y, más tarde, la del móvil, información instantánea que llegaba desde cualquier otro punto del globo. Poco a poco, además, con la llegada de las tecnologías cloud, los soportes físicos fueron desapareciendo. ¿Por qué guardar las fotos en un disco duro cuando las puedo almacenar en la nube?
Las empresas también empezaron a verle sus ventajas: esa nube permitía acceder a archivos y datos desde distintos dispositivos; esa nube facilita también el análisis de datos provenientes de distintas fuentes. Sin embargo, lo que hay detrás y que permite el funcionamiento de estas redes es también algo físico: centros de datos, lugares en los que grandes servidores trabajan sin pausa y proporcionan esa base imprescindible para la digitalización.
Estos centros de datos tan básicos para la transformación digital tienen un inconveniente: su impacto climático es considerable. Un ejemplo bastante claro es el revuelo que causó el anuncio de una gran tecnológica de que iba a instalar su nuevo centro de datos en Luxemburgo. ¿La razón? Iba a suponer el 10 % del consumo anual de agua del país y el 12 % de la energía. Se trata de un caso muy específico, pero sirve como muestra muy clara de que los centros de datos, con su consumo de energía y necesidad de refrigeración, no son inocuos. Por eso, se hace necesario reducir su impacto hasta lograr su neutralidad energética.
Esta es la razón detrás del Pacto por la neutralidad climática de los centros de datos, al que está adscrito T-Systems, y dentro del que se busca lograr esa neutralidad en 2030. Para llegar a ella, se ponen en marcha diversas estrategias, que incluyen buscar la eficiencia energética; el uso de energías limpias; reducir al mínimo el consumo de agua; abrazar la economía circular reutilizando, reparando y reciclando equipamiento; e implementar también la circularidad en el uso de energía (los centros de datos tradicionales desperdician mucho del calor que generan).
En el grupo Deutsche Telekom en particular, del que T-Systems es filial, operamos ya de forma exclusiva con electricidad verde en nuestros centros de datos. Los avances que ya hemos logrado dejan claro que esos centros de datos verdes son posibles. Por ejemplo, en el Centro de Proceso de Datos de Cerdanyola del -Vallès, a través de la instalación de paneles fotovoltaicos, hemos logrado reducir la huella de carbono en un 89 %.
Con la implementación de medidas como estas, por lo tanto, se puede lograr una disminución significativa en el impacto ambiental de los centros de datos, y contribuir así a la lucha contra el cambio climático. Además, se produce también una ganancia colateral, ya que puede suponer una ventaja competitiva para las empresas que adopten prácticas sostenibles en su modelo de negocio. Es una oportunidad para avanzar hacia una economía más verde y sostenible.
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