El uso del smartphone es, cada vez, mayor. No solo disponemos de miles de apps que nos permiten hacer prácticamente de todo, sino que, además, disponemos de una gran diversidad de soluciones de conectividad. Si hace relativamente poco tiempo vivimos el boom del pago con el móvil, ahora está empezando a verse clara la utilidad de los smartphones como sistemas de acceso a edificios inteligentes o transporte público.

El uso de los smartphones como sistemas de acceso no es nada nuevo. En realidad, viene de lejos, de la era del GSM. Entonces era posible utilizar un receptor GSM para recoger las llamadas entrantes y usar el número de teléfono como identificador. La idea era buena, pero no viable. Se utilizó en alguna feria comercial, pero no dio el salto.

Otras iniciativas en la industria utilizaban las primeras versiones de Bluetooth. A primera vista, esta tecnología era ideal para la idea de emparejar dispositivos y garantizar el acceso a un edificio, puesto que emplea ondas de radio de corto alcance para conectar dispositivos. La aplicación práctica tiró por tierra, de nuevo, una idea en teoría brillante.

Las razones fueron variadas, desde que la adopción tecnológica entonces era escasa (finales de los años 90 del siglo pasado), pasando por lo conservador de la industria de la seguridad, y llegando a razones técnicas de peso, como un emparejamiento engorroso, fallos de conexión, o la dificultad de emparejarse con varios receptores diferentes.

Hoy es posible superar las dificultades tecnológicas de antaño. Se estima que en 2020 el 20% de las organizaciones utilizarán apps para smartphone como método de acceso a edificios inteligentes en sustitución de los “pases”. Gracias a la gestión a través de aplicaciones, no es necesario implementar sistemas como los anteriormente comentados que, entre otras cosas, eran poco fiables. Hoy, se pueden implementar dos soluciones principales:

  1. Bluetooth y NFC: son los dos protocolos de comunicaciones más utilizados para acceso a través de smartphone. Son estándares de comunicaciones de corto alcance, ambos, y además transmiten a través de ondas de radio. Esto tiene sus implicaciones y, a la vez, existe una ventaja fundamental de uno sobre el otro. Bluetooth gestiona mejor las interferencias y tiene un alcance mayor que NFC; NFC, por su parte, consume menos energía (y, entre otras cosas, por eso necesita un “casi contacto”).
  2. Credential Storage Location o, lo que es lo mismo, el almacenamiento de credenciales en el propio smartphone. El modo en que se almacenan las credenciales depende de la app y del desarrollador, pero suelen emplear soluciones seguras como la nube (idealmente). Es importante recalcar que la peor solución es la de almacenar las credenciales en el dispositivo, ya que, si es sustraído o copiado, también lo será la llave de acceso.

¿Cuáles son los beneficios del acceso con smartphone a edificios inteligentes?

  • Es más rentable. No es necesario adquirir nuevas tarjetas de acceso y reemplazar las viejas o las deterioradas.
  • Mayor control. Es factible generar pases personalizados, con mayores o menores límites de acceso, acceso temporal o cualquier otra necesidad que surja, y llevar el control absoluto de sus portadores (en cuanto a su localización dentro del edificio o recinto se refiere).
  • Mayor seguridad. Aparte de la seguridad derivada del punto anterior, con un smartphone es posible tener más segura la acreditación ya que existen diferentes niveles de seguridad para el acceso al propio dispositivo: huella digital, pin, … Una tarjeta física no dispone de seguridad alguna si no se combina con algún otro tipo de acceso.
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Como vemos, las ventajas son importantes. No solo van a recortar costes de logística para crear las tarjetas, sino que suponen un aumento de la seguridad global en cuanto al acceso a edificios o recintos, y permiten niveles de control superiores, lo cual tiene implicaciones positivas de cara a, por ejemplo, optimizar el control automatizado de la iluminación en los Smart buildings, entre otros sistemas.

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