Las enormes posibilidades del Internet de las Cosas van a la par con algunos y serios riesgos potenciales relacionados con la seguridad. Cada vez tenemos más dispositivos conectados en todos los ámbitos, pero, especialmente en el doméstico, estos son dispositivos que pueden tener vulnerabilidades importantes, decisivas para nosotros.
Es el caso de las Smart TV, las televisiones inteligentes conectadas a Internet que tienen en sus casas cada vez más personas. No hay duda de que las prestaciones en cuanto a ocio que proporcionan estos dispositivos son enormes. Todos nos beneficiamos del acceso a contenidos audiovisuales, del acceso a la Web y de muchas otras cosas, conectando servicios al televisor y disfrutando en familia.
Sin embargo, a medida que vamos permitiendo al dispositivo el acceso a los diferentes servicios, estamos dando también acceso a datos sensibles, como mínimo a contraseñas, direcciones de correo electrónico, datos de facturación, números de tarjeta…
La realidad es que las Smart TV están convirtiéndose en objetivo de los delincuentes. De manera irracional, tendemos a pensar que los riesgos a los que estamos expuestos son muy bajos, o inexistentes, y de esta manera dejamos de preocuparnos por el nivel de protección de datos que nos garantiza el dispositivo (algo similar a lo que puede sucedernos con nuestro smartphone).
Muchos televisores inteligentes no cuentan con herramientas de protección básicas y, si las tienen, no se suelen utilizar. Además, saltarse actualizaciones de seguridad en el software del televisor, o de las aplicaciones instaladas, es un error crucial que nos pone en peligro. Las actualizaciones corrigen vulnerabilidades a medida que se van descubriendo.
Gracias a esas vulnerabilidades no «parcheadas», los ciberdelincuentes pueden introducirse en el dispositivo y explorar sus posibilidades desde esa posición privilegiada. No solo pueden espiar y robar datos confidenciales (si estos no están protegidos), sino que podrían dar el «salto» a otros dispositivos conectados a la red WiFi doméstica, si esta no cuenta con la debida protección.
Por si no fuera suficiente con el potencial acceso a credenciales de usuario para el acceso a servicios, existe también la posibilidad de utilizar dispositivos como el micrófono de la TV o de un altavoz inteligente para obtener información privada. O, más recientemente, estas Smart TV pueden pasar a formar parte de un ejército de dispositivos «esclavos» que se dediquen a la minería de Bitcoins sin que nos demos cuenta de ello.
Por tanto, como sucede con cualquier dispositivo conectado, es necesario utilizar las herramientas de protección a nuestro alcance, actualizar las aplicaciones y el software de la Smart TV y aprender a utilizar bien las buenas contraseñas de acceso a los servicios: todas diferentes, todas complejas y, sobre todo, cambiándolas periódicamente.
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