El Big Data tiene mucho que decir en el mundo de los videojuegos, sobre todo en aquellos títulos que se definen como multijugador masivo. Este tipo de juegos se basan en enfrentar a jugadores de cualquier parte del mundo en todo tipo de situaciones: desde la modalidad “arena”, en la que los jugadores compiten por conseguir un objetivo concreto, pasando por los juegos de deportes en equipo o los simuladores de competición.
En todos ello sucede lo mismo: si un jugador se une a una partida en la que existe una variedad demasiado acusada de competidores con niveles de experiencia y habilidades muy dispares, la diversión se agota. Un jugador inexperto se frustrará al ser vencido con facilidad por jugadores expertos, y los más experimentados perderán interés al ser incapaces de encontrarse con jugadores de igual nivel. Si se elimina la estimulante competitividad, el desafío, no hay diversión.
Para solucionar las cosas y mejorar este tipo de experiencias, el Big Data es clave. Partiendo de la base de que hablamos de productos de ocio, el uso y análisis de los datos no se diferencia en nada del que se realiza en un negocio. Los análisis de los datos son fundamentales para que los desarrolladores tengan en cuenta el comportamiento de los diferentes jugadores. Las compañías de videojuegos pueden analizarlo todo, desde el estilo y las habilidades de los jugadores, hasta la cantidad de horas que el usuario ha jugado el juego, de la misma manera que las empresas emplean los datos de sus clientes para determinar cómo mejorar su experiencia.
El matchmaking (emparejamiento), que es así como se denomina al proceso de conectar jugadores en una sesión de juego online, se ha refinado considerablemente a lo largo de los años. Si en principio se basaba en conectar jugadores a una sala de juego determinada con pocos requisitos, o teniendo en cuenta pocas variables, hoy se analiza exhaustivamente a cada jugador, sus habilidades, su nivel, la calidad de su conexión… Todo por proporcionar a los jugadores la mejor experiencia posible.
Pero el Big Data permite dar un paso más en el matchmaking y no solo tener en cuenta las habilidades específicas para el juego, sino muchas más variables. Es posible dar un enfoque nuevo al emparejamiento de jugadores añadiendo una capa adicional: añadir datos demográficos, intereses y datos del estilo a los que utilizan los anunciantes online y las aplicaciones de citas.
Por ejemplo, en lugar de centrarse tan solo en las habilidades, los jugadores son agrupados según sus gustos musicales, los sitios web que más visitan, la edad y la ubicación, la carrera profesional (o los estudios), y otros parámetros a priori sorprendentes. Pero todo cuenta a la hora de emparejar jugadores, sobre todo en determinados géneros de juego.
Al hacer coincidir a las personas con personalidades y “trayectorias” similares que son comunes, la experiencia de juego es más natural. Por así decirlo, es exactamente lo mismo a elegir físicamente a las personas que encajarían con uno mismo para desempeñar una actividad (por ejemplo, un partido de fútbol). Una de las peores experiencias en el mundo del videojuego online competitivo es coincidir con personas que tienen un carácter opuesto o antagonista al propio, o coincidir con jugadores maleducados, groseros o irascibles.
Por eso, el Big Data es clave para que llegue la próxima generación de matchmaking. Y, por supuesto, el desarrollo de estos algoritmos para los videojuegos tiene una aplicación práctica muy directa e interesante en el mundo profesional, y también en el universo de las aplicaciones de emparejamiento de personas.
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