El término biohacking hace referencia al uso de las tecnologías más punteras en diversos campos con el fin de potenciar, aumentar o mejorar las capacidades humanas. Por decirlo así, el biohacking es similar a lo que le sucedía al “Hombre del millón de dólares” en la serie de TV clásica, o a Lobezno cuando se le implanta el esqueleto de adamantium…
Si no eres aficionado a la ciencia ficción, diremos que mediante biohacking es viable conseguir que las personas puedan ver en la oscuridad, que dispongan de prótesis inteligentes o que controlen dispositivos mediante bluetooth. Parece ciencia ficción, pero no lo es. Es una realidad y cada vez hay más personas que se interesan por esta tecnología (y, en cierto modo, por esta filosofía de vida). Por biohacking también se entienden las técnicas y estrategias para conseguir sentirse mejor: mejorar la salud, las prestaciones físicas (mediante entrenamiento, dieta…) y obtener más bienestar (por ejemplo, practicando la meditación).
Nosotros nos centraremos en la parte tecnológica, aquella que afronta más retos y que, en el fondo, puede proporcionar más mejoras al cuerpo humano y las capacidades de las personas.
El biohacking y la era de los chips bajo la piel: aumentan las capacidades humanas para hacer más cómoda la vida del portador Share on XBiohacking y la nueva era de los chips bajo la piel
En Suecia, miles de personas se están implantando microchips bajo la piel de sus manos. Estos pequeños chips están diseñados para mejorar las rutinas diarias de sus portadores, haciendo sus vidas más cómodas. Por ejemplo, pueden realizar acciones tan cotidianas como acceder a sus hogares, oficinas y gimnasios, y para ello simplemente pasan las manos por los lectores digitales. Se acabaron las tarjetas de identificación o las llaves electrónicas (porque ahora están bajo la piel).
Este tipo de diseños se pueden utilizar también para otros fines, como almacenamiento de datos personales, de emergencia, los perfiles de las redes sociales, o incluso billetes electrónicos para múltiples eventos o transportes.
La creatividad a la hora de plantearse diseños de este tipo es enorme. Desde poder pagar con bitcoins, pasando por colocarse unas lentillas de visión nocturna (o en su versión más controvertida, inyectándose un líquido que proporciona visión nocturna) o instalando memoria física en nuestros cerebros al más puro estilo “Johnny Mnemonic” (un personaje del relato corto homónimo que, dotado de memoria artificial, se dedicaba al contrabando de información).
Pero, sin duda, las aplicaciones del biohacking que más interesan al gran público son las que permitirán mejorar la vida de las personas con discapacidad, personas que hayan perdido algún miembro, invidentes o personas con discapacidad auditiva, entre otras muchas cosas. Puede ser una vía para el desarrollo de soluciones a medida para algunas enfermedades, como es el caso de la diabetes.
La diabetes es una enfermedad que implica monitorizar constantemente el nivel de glucosa en la sangre y, gracias al biohacking, ha sido posible desarrollar un “páncreas artificial” portátil que, conectado a una app que realiza lecturas de un sensor bajo la piel del paciente, monitoriza este nivel de glucosa las 24 horas, tanto si está durmiendo, trabajando o haciendo deporte.
Junto con blockchain y la inteligencia artificial, el biohacking es una tecnología con potencial para la disrupción en el mundo de los negocios. El mercado del cuerpo humano aumentado, que incluye implantes, miembros biónicos y conexiones informáticas y cerebrales, crecerá hasta los 2.300 millones de dólares en 2025, a medida que sectores tan diversos como el de la salud, defensa, deportes y las industrias adopten estas tecnologías.
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