Existen muchos sistemas de autenticación que ofrecen más o menos grados de seguridad. Las contraseñas son el método más popular y extendido, aunque ya sabemos que presenta ciertos problemas si no se construyen buenos passwords y, sobre todo, si no somos capaces de utilizar contraseñas diferentes para servicios diferentes y almacenarlas todas con un gran nivel de seguridad.
Lo ideal sería disponer de una contraseña 100% segura (teniendo en cuenta que, en cuanto a seguridad, no hay nada 100% seguro), única y que nadie pudiese replicar, ni adivinar, ni utilizar sin nuestra autorización. Una contraseña, además, que no haga falta renovar y que, aunque la reutilicemos para diversos servicios, siga manteniéndose segura. Y aquí es donde entra la biometría como sistema de autentificación.
La biometría es el futuro de la seguridad, y muchas empresas están incorporándola como método ideal para mantener seguros los datos sensibles, o para garantizar el acceso a zonas restringidas. Gracias a los rasgos únicos que todos tenemos como huellas dactilares, nuestro rostro, biomarcadores de voz o nuestra retina, somos capaces de crear dispositivos de seguridad que reaccionen ante estas entradas.
La #biometría, un método mucho más seguro que las contraseñas para proteger datos sensibles Share on XLas posibles aplicaciones de la biometría como sistema de seguridad son, a la vez, acciones comunes que todos hacemos: acceder a nuestros dispositivos móviles, abrir la puerta de nuestra oficina, acceder a nuestra cuenta bancaria o entrar en el coche y arrancar el motor. De hecho, muchos smartphones disponen hoy de acceso mediante huella dactilar, y muchos sistemas operativos domésticos incluyen el reconocimiento facial como método de autenticación.
¿Es la biometría un método seguro?
En primer lugar, es un sistema de seguridad más robusto que las contraseñas. Estas, por muy complejas que sean, siguen estando expuestas a que un tercero las obtenga de alguna manera, y las utilice. Eso no puede suceder con la biometría, puesto que nuestros rasgos son únicos: huellas dactilares, voz, o nuestro rostro. Además, no se puede engañar tan fácilmente a un sistema biométrico como podemos pensar (enseñando una foto de la víctima).
Entre sus desventajas se puede citar la desconfianza del usuario o, mejor dicho, su reticencia a utilizar algún método como el de reconocimiento facial para realizar pagos (aunque es algo característico de la edad, un 75% de los millennials lo aceptan sin problema, frente al 58% de los “baby boomers”). Sin embargo, el uso de la huella digital para garantizar el acceso seguro está mucho más extendido y aceptado, siendo, a la vez, uno de los métodos más seguros.
La biometría promete eliminar la necesidad del uso de contraseñas (al menos, en teoría), y también puede cambiar el panorama de los pagos mediante tarjetas inteligentes (las que hoy llamamos contactless, que permiten el pago vía NFC). Las tarjetas bancarias con autenticación biométrica serán todavía más seguras, y además muy fáciles de utilizar, pues los sensores biométricos recibirán energía del terminal de pago.
Por otro lado, esta tecnología tiene otras ventajas más allá del mundo de los pagos, la seguridad informática y online, como por ejemplo la de facilitar la tarea de la identificación y registro de bebés recién nacidos en los hospitales y para niños en situaciones como desastres naturales, migraciones o asentamientos de refugiados.
Deja tu comentario sobre "La biometría como autentificación, ¿es más segura que las contraseñas?"