Blockchain es una tecnología tan flexible y potente que permite descubrir posibles aplicaciones en casi cualquier sector. En esta ocasión veremos cómo la tecnología blockchain podría revolucionar el mercado energético gracias a su principal argumento: la no necesidad de intermediarios para validar una transacción entre dos partes. Y, como ya contamos en otra ocasión, una transacción blockchain puede ser muchas cosas, como el intercambio de monedas, la validación de contratos.
Dentro del mercado energético nos vamos directamente al complejo sector eléctrico. Es un mercado en el que, además de las principales compañías, existen otras muchas pequeñas empresas minoristas que, en ocasiones, son desconocidas para el usuario doméstico.
¿Cómo podría beneficiar blockchain al sector eléctrico? En primer lugar, en la gestión de las comunicaciones dentro de las redes de distribución inteligentes (smart grids). En segundo lugar, la cadena de bloques permite certificar cualquier transacción entre dos extremos con total seguridad. Veremos después cómo esto beneficiará tanto al consumidor, como al minorista que produce la energía.
La cuestión es que la red eléctrica está cambiando rápidamente desde el antiguo sistema de generación y transmisión analógica, alimentada por combustibles fósiles y centralizada hacia un nuevo paradigma definido por un alto porcentaje de energías renovables, especialmente las «tecnologías inteligentes ubicadas en el cliente«, como pueden ser la energía solar que se recoge en la azotea que carga una batería, los vehículos eléctricos, los termostatos inteligentes…
Todo esto significa que cada vez hay más actores en la red eléctrica que no solo consumen energía, sino que pueden aportar la que les sobra a la red. Eso lo cambia todo, como podemos imaginar. Dependiendo del país y su legislación, puede ser factible o no para un particular disponer de su propia instalación con paneles solares, por ejemplo, y generar energía para su consumo, devolviendo la que le sobra a la red y, por tanto, obteniendo algún tipo de beneficio como un descuento en la factura eléctrica.
Cuantas más fuentes de energía, cuantos más productores existan y se conecten a la red, más transacciones y controles hay que registrar. Y ahí es donde entra blockchain como la solución tecnológica para mantener el orden. Con el auge de las renovables, de la energía solar principalmente, cada vez habrá más particulares interesados en generar su propia electricidad (sin renunciar a la red eléctrica, claro). El gran problema (legislación particular de cada país aparte) es que la energía que se puede producir con paneles solares o aerogeneradores es muy variable.
Esta producción depende directamente del tiempo atmosférico, depende de si hace suficiente sol, o viento, y por tanto hay que gestionar desde la red eléctrica esta variabilidad. Para evitar sobrecargar la red eléctrica, la producción de energía debe ser igual a la demanda en cada momento, y por eso hay que conectar o desconectar fuentes de energía según la necesidad, y para lidiar con las fluctuaciones en la producción de las renovables.
El uso de blockchain permite gestionar las microrredes con transparencia, y además es completamente imposible de hackear Clic para tuitearOtra complicación que tener en cuenta son las «microgrids», las microrredes eléctricas que están ligadas a fuentes de energía muy localizadas, como por ejemplo un grupo de edificios que generan energía eléctrica con paneles solares y que pueden distribuirla a una zona residencial próxima. Estas microrredes han de comunicarse con la red eléctrica general y generan muchas transacciones, controles y certificaciones que hacen de blockchain, de nuevo, una opción preferente.
El uso de blockchain permite gestionar las microrredes con transparencia, y además es completamente imposible de hackear. Esto solo ofrece beneficios a los pequeños productores de energía porque, si ponemos como ejemplo un vecino que cuenta con paneles solares, este persona no va a necesitar un operador que certifique que ha producido tanta electricidad sin consumirla, y que por tanto la haya puesto a disposición de sus vecinos. Se podría producir electricidad sin necesidad del Estado o una compañía, aunque esto solo sería posible con un acuerdo global que lo permita. Esa quizás es la parte más utópica de todo este asunto.
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