Una amplia mayoría de la gente utiliza alguna de las redes sociales más conocidas. Bien sea Facebook, Instagram o Twitter, lo cierto es que cada vez aglutinan más usuarios de todo tipo, desde los perfiles más profesionales (aunque estos perfiles cuentan con una red dedicada a los negocios como es LinkedIn) hasta los personales.
En el terreno de las empresas, las redes sociales aportan un enorme valor tanto a nivel de marketing como de producto, divulgando las bondades de estos y ejerciendo una labor de divulgación y de contacto con la comunidad de clientes potenciales, simpatizantes, prescriptores y muchos otros perfiles.
El gran problema que, además, crece con el tiempo, es que los perfiles sociales empresariales son un bien codiciado por los ciberdelincuentes, que encuentran cada vez más motivos para lanzar ataques pensados para, por ejemplo, suplantación de identidad o campañas de phishing.
Los puntos clave para seguir las buenas prácticas en redes sociales
La guía de INCIBE nos da las pautas principales para poner en marcha una política robusta con respecto a los perfiles sociales empresariales. No hemos de olvidar que las redes sociales son más golosas de los que a primera vista nos puede parecer, y que la ingeniería social hace grandes esfuerzos para tratar de conseguir información confidencial al más avezado y formado profesional.
- Elegir contraseñas de acceso a los perfiles robustas, y habilitar siempre que se pueda el doble factor de autenticación. Un acceso no autorizado es peligroso porque accedería a la configuración del perfil, o, casi peor, podría comunicarse con clientes o publicar en nombre de la organización.
- Dedicar tiempo a la configuración de privacidad en cada una de las redes sociales. La clave es poder interactuar con el público sin descuidar la seguridad y privacidad del perfil.
- Elegir un único responsable de publicación. Esto minimiza el riesgo de que se produzca un error o se filtres datos de acceso.
- Definir bien las normas de publicación. Es importante tener clara la imagen de la empresa en redes, saber qué se publica y qué no, el tono y el lenguaje. Es más importante aún saber cómo se interactúa con las personas cuando nos consultan algo, y más aún cuando se quejan. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de poner en peligro la reputación de la organización.
- Entender bien a qué aplicaciones damos permisos de acceso a los perfiles sociales, para evitar riesgos relacionados con la privacidad, entre otros.
- Estar al día de las amenazas que pueden perjudicar a la empresa, para saber a qué atenerse en cada momento y, en el peor caso, poder actuar con rapidez.
- Intentar evitar o minimizar los errores humanos, como revelar inadvertidamente información privada o datos como la asistencia a un congreso, o cualquier tema de la actividad diaria de la empresa.
- Máxima precaución a la hora de seguir enlaces y descargar adjuntos para evitar el malware y los intentos de phishing.
- Utilizar el sentido común y evitar dar información confidencial o protegida; emitir comentarios inoportunos, o inapropiados; emitir juicios de valor (opiniones); discutir, amenazar; propagar bulos.
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