Todo lo digital se vendía al principio como sinónimo de sostenibilidad: al no necesitar producir copias físicas, que acabarían inevitablemente convirtiéndose en residuos, o al evitar muchos desplazamientos, el futuro parecía más verde. Parte de todo esto, sin embargo, era solo una ilusión, ya que las nubes no funcionan gracias a un éter mágico, sino que está alojadas en grandes servidores que a su vez habitan centros y ciudades de datos. Los centros de datos tradicionales emiten 27 millones de toneladas de CO₂ al año, el equivalente a 5,9 millones de vehículos. Sabiendo esto, ¿es posible crecer digitalmente hacia la sostenibilidad?
La respuesta es sí, aunque no de cualquier forma. Las ideas y las tecnologías innovadoras que nos llevarán a ese crecimiento deben girar en torno a la sostenibilidad. Los propios centros de datos ofrecen un ejemplo muy claro: los que emiten esa barbaridad de CO₂ a la atmósfera son los centros de datos tradicionales, pero —precisamente por lo necesaria que es la digitalización y lo insostenible de ese modelo— existen alternativas más verdes y formas de operar que priorizan la sostenibilidad. Desde T-Systems, por ejemplo, operamos nuestros centros de datos exclusivamente con electricidad verde y en 2021 nos adherimos al Pacto por la neutralidad climática de los centros de datos.
Alcanzar ese futuro verde requiere no solo un compromiso firme por parte de empresas, administraciones públicas y ciudadanos, que deben pensar en la sostenibilidad en todas las elecciones que hacen para crecer, sino también saber que es necesario ir más allá. Se trata de repensar el sistema, replantearse el statu quo para desarrollar nuevas tecnologías innovadoras que permitan ese crecimiento sostenible.
Optar por este camino no es solo la única elección que tendrá sentido a largo plazo. Tan pronto como en 2023, por ejemplo, como parte del Pacto Verde Europeo, muchas empresas tendrán que empezar a presentar informes de sostenibilidad. Además, la propia sensibilización de la población hace del itinerario verde el más atractivo, ya que el consumo es cada vez más sostenible. Entre los factores que llevan a un cliente a decantarse por una empresa u otra, la huella climática y el compromiso con el planeta cobran cada vez más peso.
La digitalización, llevada a cabo de la forma más verde posible, facilita alcanzar los objetivos de sostenibilidad. Un ejemplo es Syrah, un panel de control desarrollado por T-Systems que permite a entidades públicas y privadas definir y controlar los indicadores de sostenibilidad que se hayan elegido como parte de los ODS. Así, se digitalizan —usando tecnologías verdes— procesos que antes tenían un mayor impacto y se facilita la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible.
La transformación digital, en definitiva, es imprescindible para un futuro verde, pero no si se lleva a cabo de cualquier manera. La solución óptima exige caminar de la mano y no dar ni un paso sin pensar en si se está haciendo de forma sostenible o si es posible desarrollar nuevas tecnologías que reduzcan aún más la huella climática.
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