Si hay algo a lo que es imposible escapar, es a la enfermedad. En un momento o en otro, cualquiera persona necesitará que la atienda el personal sanitario o tendrá que enfrentarse a un problema o a otro de salud. Quizás sea más grave, quizás menos, pero toda la ciudadanía pasará por la sala de espera de su centro de salud. Por ello, lo que ocurre cuando esos pacientes llegan a ese punto es tan importante: la tecnología puede ayudar a hacer que esa atención médica sea mejor e, incluso, a lograr que se tenga una vida más saludable.
Puede parecer utópico, pero es un hecho. El potencial de la digitalización para mejorar la salud de la ciudadanía es muy elevado. Las razones que lo explican son muchas, puesto que la transformación digital abre múltiples puertas en el cuidado de los enfermos y la respuesta a síntomas y problemáticas, pero también a la hora de hacer prevención sanitaria y adelantarse –incluso evitar– a esas visitas al médico de cabecera.
Como recordaba T-Systems al hilo de su participación en las recientes XXIX Jornadas Nacionales de Innovación y Salud en Andalucía, apostar por la digitalización de los sistemas de salud es fundamental «para mejorar la atención a la ciudadanía, la agilidad de los diagnósticos y el intercambio de datos».
Así, por ejemplo, los datos que cada persona genera a lo largo de su vida vinculados a su salud no se quedan en silos limitados a cada uno de los hospitales que ha visitado o de los sistemas de salud que ha usado, sino que pueden unificarse en historias clínicas digitales centralizadas y siempre disponibles. Esto agiliza diagnósticos puesto que toda la información está visible de forma rápida y simple, pero también da mucha más autonomía al propio paciente en el acceso a su información médica. Igualmente, permite que el flujo de información entre hospitales y sistemas sanitarios sea mucho más eficiente.
La revolución eHealth
En resumidas cuentas, el eHealth es el futuro de la medicina, porque optimiza todos los ámbitos dentro del sector sanitario, ayuda a llegar a los pacientes en prácticamente todo tipo de situaciones o posibilita ampliar la autonomía de personas que, por cuestiones de salud, la ven reducida. Un ejemplo perfecto de este último punto está en las personas mayores, a las que la tecnología les ofrece herramientas que les permiten seguir viviendo de forma autónoma reduciendo los riesgos.
Incluso, herramientas de nuevo cuño –y cuyo protagonismo se vio reforzado durante la pandemia, como la telemedicina– permiten cambiar la forma y, sobre todo, el dónde se atiende a los enfermos. El potencial de las nuevas apuestas IT, como puede ser la conectividad 5G, aumenta el alcance de la sanidad digital. Gracias a las mejores velocidades de conexión a internet empiezan a ser posibles las operaciones teleasistidas, que supondrán una revolución en el acceso a tratamientos médicos.
En el mundo analógico, los pacientes están limitados por la geografía en el acceso a los tratamientos, puesto que dependen del personal disponible y de sus conocimientos. Sin embargo, la teleasistencia elimina ese criterio, porque los profesionales médicos podrán trabajar a distancia, operando o diagnosticando a quien lo necesite incluso si se encuentra a miles de kilómetros o enseñando a otros profesionales sus conocimientos y técnicas. De este modo, se logra una mayor igualdad en el acceso a tratamientos entre la población.
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