La competencia mueve los mercados y acelera la investigación y desarrollo de mejores soluciones en todos los ámbitos imaginables. En el terreno del coche eléctrico, la presión y el ingenio está en conseguir las mejores baterías, las que acumulen más autonomía, los vehículos con prestaciones más punteras. Existen decenas de soluciones de vehículo 100% eléctrico comercial, pero donde se avanza más es en la gama alta.
Una gama alta está dirigida a un conjunto de consumidores con alto poder adquisitivo que, además en este caso, tienen un gran interés por hacerse con “lo último” en tecnología y eso, por otro lado, ayuda a financiar investigación y desarrollo que repercutan en una mejora neta de prestaciones, de autonomía y, por supuesto, en el abaratamiento de costes de producción de ciertos elementos del vehículo (como las baterías, de nuevo).
Por eso, a veces, es muy interesante fijarse en cómo compiten los fabricantes de eléctricos de alta gama, para entender dónde pretenden sacar ventaja a sus rivales. Como es lógico, hablamos de modelos que cuentan con docenas de detalles en el interior, lujo en sus acabados, sistemas de infoentretenimiento muy completos… pero, sobre todo, cuentan con lo último en prestaciones y autonomía. Ya no sorprenderá a nadie entender que hablaremos, mucho, de baterías para coches eléctricos por aquí.
El mercado del coche eléctrico de lujo está expandiéndose. Ya no solo se habla de Tesla como la marca a seguir, sino que los fabricantes alemanes están pujando fuerte para hacerse con un pedazo de mercado. De hecho, hasta hace bien poco podría decirse que Tesla acaparaba el mercado completo de coches de lujo eléctricos. Ya no será así, para beneficio de todos.
La competencia será feroz porque los nuevos vehículos que entran en el segmento de mercado de Tesla (sobre todo, Mercedes) atacarán puntos muy específicos: para empezar, la carrocería tipo SUV (un superventas en el mundo del automóvil), unas prestaciones muy competitivas (dos motores eléctricos que, combinados, suministran 300 kW de potencia, unos 400 CV), y unos rangos de autonomía que se sitúan en la horquilla de los 400-500 km. Todo esto a un precio muy similar a los modelos con motor de combustión, y en competencia directa al Model 3 de Tesla.
En el apartado puramente tecnológico, los avances en baterías son clave. El desarrollo y puesta en marcha comercial de baterías de estado sólido sería nada menos que un logro de tal calibre que automáticamente situarían al coche eléctrico a la par de cualquier automóvil con motor de combustión interna en cuanto a autonomía… Y a pesar de que algunos expertos crean que faltan años para que sean una realidad, otros opinan que ya son viables.
Y las baterías de estado sólido serían un gran avance por muchos motivos: carga más rápida, menor volumen (y posiblemente menor peso), y una mayor seguridad (es muy improbable que ardan por algún defecto, como sí puede suceder con baterías de ion-litio). El problema es la complejidad de su desarrollo. Es este el punto clave, donde marcará la diferencia la compañía que consiga producir en masa baterías de estado sólido con la suficiente capacidad como para (si se permite la expresión) aplastar a la competencia.
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