¿Qué tienen en común las mejores smart cities del mundo? La lista de las mejores smart cities del mundo está encabezada por Shanghái, Seúl, Pekín, Nueva York y Barcelona, el top 5 que demuestra cómo se deben hacer las cosas. El estudio de Juniper Research que las ha destacado deja claro que el valor de estas urbes está en cómo emplean la tecnología. Gracias a las herramientas tecnológicas y a su uso eficiente consiguen mejorar las cosas, tanto en la vida diaria de sus habitantes como en la estrategia de sostenibilidad y desarrollo.
De hecho, no se debe olvidar de que las claves del éxito de las smart cities parten de que estas urbes están basadas en los datos. Gracias a una eficiente estrategia de big data, las ciudades toman las mejores decisiones posibles para sus habitantes. Desde la recogida de basuras al diseño de los patrones de tráfico, todo parte de lo que la propia ciudad y sus ciudadanos han ido haciendo y diciendo.
Al conectar la ciudad y sus elementos y convertirlos en fuente de información, se crea un caudal de datos de elevado valor. Las ciudades no emplean esas fuentes de datos para crear beneficio económico, sino que lo usan para el bien común y lo hacen de forma abierta y transparente.
«Los gobiernos están dispuestos a democratizar los datos que poseen y ofrecer transparencia a sus ciudadanos, involucrarlos más en la toma de decisiones y, en general, empoderarlos para que se ayuden a sí mismos en su vida cotidiana», apuntan los responsables del estudio de Juniper Research, tal y como recoge Silicon.
Más eficientes, seguras y vivibles
La tecnología se convierte así en una palanca de cambio y en una que ayuda a solventar los problemas más importantes de la agenda ciudadana.
Por ejemplo, este buen uso de las herramientas tecnológicas ayuda a las ciudades a ser mucho más eficientes en su consumo de energía, detectando patrones de despilfarro o implementando redes más inteligentes y eficientes. Las cuentas de Juniper Research señalan que la inversión en redes inteligentes de las smart cities permitirá en los próximos años ahorrar cada año la energía equivalente al consumo que hace ahora en 5 toda la región conocida como el Gran Londres.
Igualmente, las ciudades inteligentes también son capaces de mejorar sus flujos de tráfico, impulsando el transporte público o controlando mucho mejor los picos de tránsito y los atascos. Esto no solo consigue crear ciudades más amigables, en las que es más factible implementar modelos como el de la ciudad de los 15 minutos (en la que todo es accesible andando), sino también mucho más verdes, porque se reducen las emisiones de dióxido de carbono de los vehículos.
Incluso, la tecnología ayuda en áreas que parecen a primera vista poco relacionadas. Las herramientas que emplean las smart cities ayudan a reforzar la seguridad urbana, ayudando a mejorar la respuesta de los equipos de emergencia. En algunas ciudades, la gestión inteligente de semáforos ha ayudado a reducir los tiempos de respuesta de los equipos de emergencia entre un 20 y un 35%. En el saldo final son minutos, pero esos minutos pueden salvar la vida de una persona. La tecnología puede tener un impacto en la salud física y mental de los ciudadanos.
Todo ello hace que las smart cities sean una palanca de recuperación económica, que ayuda a mejorar la vida diaria de la ciudadanía. Las cuentas de McKinsey ya señalan que la calidad de vida mejora entre un 10 y un 30% en las ciudades inteligentes.
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