Los cibercriminales no se cogen vacaciones: ciberseguridad en la empresa en verano

Cuando llegan los meses de verano, lo hace también el momento clave de las vacaciones. Aunque es cierto que en las últimas décadas nos hemos abierto más a viajar y descansar fuera de julio o agosto, estos siguen siendo los puntos álgidos vacacionales. En agosto, y a pesar de todo, las compañías siguen a medio gas. Con todo, las empresas no deben bajar la guardia, porque si bien su plantilla se puede tomar días de asueto, no hacen otro tanto los grandes riesgos y los principales problemas, como la seguridad informática.

Los cibercriminales no se cogen vacaciones y las amenazas no decaen cuando llega el calor. En todo caso, las compañías están en una posición mucho más delicada de la que ocupan el resto del año, porque las propias inercias veraniegas abren la puerta a nuevos riesgos. De hecho, el verano es, valga la redundancia, cuando los ciberdelincuentes pueden hacer su agosto: un cálculo apunta que las amenazas contra las empresas españolas pueden subir hasta en un 40% en ese período.

El teletrabajo ha sido uno de los grandes cambios en la cultura corporativa de los últimos años. Las experiencias durante la pandemia simplificaron la transición hacia un modelo en el que los trabajadores no están atados a las oficinas y asentó la emergencia de la oficina híbrida. Además, ha hecho más común trabajar en remoto en momentos clave del año, como son las vacaciones de verano. Ya sea para poder disfrutar durante más tiempo de los destinos vacacionales o para simplificar la conciliación, hay quienes durante estos meses trabajan desde fuera de la sede corporativa.

Por ello, es crucial optar por soluciones pensadas para el teletrabajo y que lo facilitan sin perder por ello seguridad y eficiencia. No vale con simplemente llevarse el portátil y una conexión a internet, sino que hay que cuidar qué soluciones permitirán a la plantilla este trabajo a distancia. Deben estar pensadas para ello.

No son los únicos retos en términos de seguridad. Igualmente, aumenta la posibilidad de que los trabajadores usen para conectarse redes WiFi públicas, que tienen ciertas debilidades que ponen en peligro equipos y, sobre todo, la información.  Problemas similares a los que abren estas redes se hayan en el uso de cargadores USB públicos —que ahora están por todas partes— o el mantener por defecto las conexiones potenciales de los dispositivos —como el Bluetooth— activadas. Así mismo, durante estos meses es más habitual que se apueste por experiencias de BYOD, una práctica óptima siempre que la empresa sea capaz de integrarla de forma segura.

También, la propia naturaleza del verano —el hecho que haya menos plantilla o que aparezcan nuevos nombres como que se tenga que gestionar en ocasiones temas y equipos que no son los habituales— lleva a que sea más fácil que los trabajadores piquen ante los engaños de los ciberdelincuentes. Por ejemplo, dando por bueno a un contacto en un email que no lo es tanto.

Solución al problema

En resumidas cuentas, la ciberseguridad es fundamental durante todo el año y las empresas no pueden permitirse bajar la guardia en verano. Una mala política en ciberseguridad tiene elevados costes, tanto de forma directa como indirecta (desde pérdida reputacional a potenciales multas por brechas de datos), pero unos que son evitables si se implementan buenas soluciones y buenas políticas de seguridad informática.

Hacer análisis de seguridad para detectar vulnerabilidades, educar a los empleados para que no caigan en la trampa de los cibercriminales o confiar en partners sólidos que ayuden a perfilar la estrategia más adecuada para blindar la seguridad informática de la compañía, como T-Systems, es fundamental para lograr los mejores resultados.