La tecnología 5G es un hecho y pronto veremos los primeros despliegues reales de estas nuevas redes de comunicaciones. Gracias a la tecnología 5G podremos conectar casi cualquier aparato o dispositivo que se nos ocurra, y asistiremos al boom del Internet de las Cosas. Tecnologías como los coches autónomos se harán viables gracias a una infraestructura capaz de dar servicio a la miríada de dispositivos conectados por celda de cobertura, pero también asistiremos al auge del hogar inteligente. Y ahí es donde podríamos tener más problemas de seguridad.
Hace una década, el hogar domótico era un reclamo publicitario muy interesante. Se vendía la idea de un hogar en el que sus ocupantes disfrutarían desde opciones de riego inteligente en el jardín, alarmas con sensores de presencia, instalaciones de iluminación controladas a distancia, persianas automáticas, pasando por sistemas de climatización eficientes, limpieza automática… y llegando hasta la posibilidad de disponer de seguridad avanzada y robots y electrodomésticos que hicieran ciertas tareas por nosotros.
Con el paso de los años, la mayoría de los hogares domóticos se han quedado en que disponen de alarmas con sensores de presencia, sistemas de climatización inteligentes y poco más, como el riego automático o los sistemas de seguridad (por ejemplo, que cierran el gas cuando hay algún problema como una inundación). Hoy, a corto plazo, el hogar inteligente hará obsoleto al hogar domótico, y con él llegarán nuevos problemas de seguridad.
Dispositivos vulnerables 
Cualquier dispositivo electrónico es susceptible de ser atacado de alguna manera. Lo demuestra la creciente escalada de ciberataques a nivel mundial que vivimos en los tiempos recientes. Solo basta con disponer de recursos ilimitados, y cualquier sistema caerá.
Los peligros del Internet de las Cosas doméstico gracias a las conexiones #5G Compartir en XPartiendo de esta ciertamente pesimista forma de ver las cosas, podremos entender el problema de escala que supondrá tener conectados a una red WiFi dispositivos como el microondas, la lavadora, el sistema de climatización, las cerraduras de la casa, la iluminación… y por supuesto, la Smart TV y nuestros smartphone, tablets y ordenadores de todo tipo.
De los dos grupos de dispositivos, los más vulnerables son los primeros: los electrodomésticos. Pensemos que nadie tendría interés en hackear nuestra lavadora y cambiar la programación del lavado, o en hacer que nuestro cepillo de dientes eléctrico nos lavase la dentadura a ritmo de chachachá, pero sí tendría más interés en entrar en nuestro smartphone y acceder a información privada, ¿no es así?
El hecho de no disponer de información sensible implica que la mayoría de dispositivos conectables hoy en día no disponen de medidas de seguridad frente a ciberataques. Pero, precisamente por eso, son los dispositivos más peligrosos. A través de ellos, un atacante puede acceder a otros dispositivos conectados a través de la WiFi. Los puntos susceptibles de ser vulnerables se multiplican: el acceso a la propia WiFi, por un lado, y por otro la posibilidad de disponer de información privada expuesta en la red doméstica sin protección alguna. Por ejemplo, cuando accedemos a un servicio haciendo «login» a través de Facebook.
Para evitar estas vulnerabilidades es necesario disponer de una arquitectura bien diseñada, con contraseñas seguras (y una estrategia de cambio de contraseñas adecuada), con seguridad extremo a extremo desde cada dispositivo y evitando la exposición de la información privada sin cifrar en la red. Esto incluiría a cualquier dispositivo, por inocuo que nos parezca, desde la mencionada lavadora hasta el sistema de cierre automático de las puertas.
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