La llegada del RGPD a finales de este mes de mayo afectará a las empresas en el modo en que deben tratar los datos que almacenen y también en cómo han de almacenarse. Pero ese no es el único reto que las empresas deben afrontar en cuanto a almacenamiento de datos. Con el incremento exponencial de datos generados en todas las áreas de actividad se pueden enumerar una serie de problemas a los que hacer frente desde el punto de vista tecnológico, de costes y de seguridad.
Si hace poco discutíamos qué ha de hacer una empresa para convertirse en una compañía ‘data-driven’, hoy veremos cómo, de no contar con una solución de almacenamiento escalable, eficiente y a largo plazo, esa filosofía guiada por los datos no podría llegar a buen puerto. Se puede resumir esto como que «si pierdes los tienes datos, no hay nada con lo que trabajar«.
El primer problema parece trivial, pero no lo es en absoluto. Lo primero que debe preocupar a una empresa que apueste por los datos es dónde almacenarlos. Si es en sus instalaciones, ha de disponer de espacio y de las condiciones ideales para mantener la infraestructura necesaria. Esta puede estar compuesta por servidores de última generación, que ocuparán mucho espacio y consumirán recursos (electricidad, sobre todo).
Por otro lado, es posible optar por soluciones de almacenamiento seguro en la nube, mucho más asequibles aunque haya que pensar en soluciones de seguridad para mitigar los riesgos que conlleva. Sea como sea, esta necesidad de infraestructura lleva asociados unos costes que pueden suponer el segundo reto. Ya sea invirtiendo en el setup de los servidores, los costes de mantenimiento y el personal dedicado a esas tareas, o bien sea el coste mensual de contratar los servicios en la nube, las empresas han de estar preparadas para ello.
Otro gran reto es el de la seguridad y la integridad de los datos. En la práctica siempre es posible que alguien malintencionado acceda a tus datos. Todo depende de la cantidad de esfuerzo y medios que se pongan en acción. Para las empresas, invertir en seguridad, implementar buenas políticas y disponer de los medios más actualizados posible para mantener seguros sus datos es esencial.
A la vez, es necesario tener en cuenta un fallo que lleve a la corrupción de los datos. Por ejemplo, un incendio, una fuerte interferencia electromagnética o cualquier otra eventualidad física que provoque pérdida de datos. Es bueno, entonces, invertir en una buena tecnología de backup.
Otro gran reto a tener en cuenta es el de la escala. Si a día de hoy una empresa dispone de almacenamiento más que suficiente para lidiar con sus datos, esto no tiene por qué ser así a largo plazo. ¿Cómo afrontará esa empresa el hecho de duplicar los datos que recopila y almacena? ¿Y si multiplica por 10, 20 o 100 la cantidad de datos a gestionar? ¿Puede su solución de almacenamiento lidiar con ese incremento?
Este es uno de los retos más difíciles de anticipar, puesto que nadie sabe a ciencia cierta cómo va a evolucionar su negocio y cómo van a cambiar sus necesidades en almacenamiento ni siquiera a medio plazo. Lo más razonable es partir de la mejor solución escalable a la que se pueda optar, pero también es buena idea tener en mente que, en un momento dado, puede hacerse necesaria una migración masiva.
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