Hace casi un año que comenzó el confinamiento en España provocado por la pandemia de coronavirus. En aquel momento, muchas empresas decidieron seguir con su actividad en remoto, con más o menos dificultades, para tratar de capear el temporal que se nos echaba encima.
Si nos acordamos, podemos decir que hubo dos tendencias principales: por un lado, las empresas totalmente digitalizadas que pudieron reaccionar rápidamente y organizar el teletrabajo de sus empleados con las herramientas y metodologías apropiadas.
Por otro lado, muchas empresas tuvieron que improvisar y plantearse seguir trabajando en un escenario que distaba mucho de lo ideal en cuanto a teletrabajo, ya sea porque no disponían de las herramientas idóneas, ya sea porque los empleados tuvieron que formarse en tiempo récord para abrazar el nuevo esquema de trabajo.
Hoy, la pandemia está lejos de remitir definitivamente, y cada vez son más las empresas que afirman no querer volver atrás, es decir, que afirman querer mantener un cierto porcentaje de teletrabajo en sus estructuras de manera permanente. Esto requiere dos cosas: la completa digitalización de aquellas empresas que todavía no alcanzaron esa meta, y el uso de tecnologías pensadas para proteger a los teletrabajadores.
Así se consigue establecer un modelo de teletrabajo seguro
Una de las primeras que debemos tener en cuenta son los protocolos seguros como SSL y TLS. El protocolo TLS (Transport Layer Security, seguridad de la capa de transporte) es una versión actualizada y más segura de los certificados SSL. En él, las dos partes implicadas en la comunicación negocian las claves de cifrado y descifrado del mensaje.
Los objetivos del protocolo TLS son la seguridad criptográfica, la interoperabilidad entre aplicaciones, la extensibilidad y la eficiencia.
Además, hemos de establecer una red de confianza cero, es decir, construir un entorno seguro al que ningún usuario podrá acceder sin pasar por una estricta verificación de identidad, independientemente de su ubicación, y tanto si se trata de personas como de dispositivos. Esto va a reforzar directamente la seguridad en el punto final, que no es otro que el dispositivo que está utilizando el teletrabajador en su domicilio (o allá donde trabaje).
Establecer un modelo SASE (Secure Access Service Edge), es decir, introducir un «guardián» extra ante el que los usuarios y sus solicitudes de datos se deben detener para una comprobación de la identidad y el acceso correctos. Se trata de un elemento más inteligente que un cortafuegos básico y puede desplegar el filtrado de estado examinando los datos dentro de las solicitudes, para así tomar decisiones inteligentes basadas en esos valores.
Otro elemento obligatorio en escenarios de teletrabajo es el de activar la autenticación de dos pasos. De esta manera, se está añadiendo una capa más de seguridad en uno de los momentos críticos: el acceso a las aplicaciones, datos y herramientas empresariales.
Por último, pero no menos importante, es crucial trabajar en el Cloud. La razón es sencilla: los ordenadores remotos de los empleados no pueden convertirse en lugares habituales de almacenamiento de documentos y datos sensibles. Además, estos trabajadores no deben trabajar con información sensible con unidades de memoria USB u otro hardware sin cifrar, y dejar los datos en lugares donde puedan ser interceptados. El ransomware sigue siendo una grave amenaza para la destrucción de datos remotos.
Estas son, en esencia, las tecnologías imprescindibles para proteger a los trabajadores en remoto y hacer factible, fiable y eficaz el teletrabajo en la empresa.
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