Cuando pensamos en el coche autónomo tendemos a fijarnos en la parte más evidente: conseguir sistemas capaces de guiar un vehículo entre dos puntos sin intervención humana. Sin embargo, existen otros muchos aspectos que hay que tener en cuenta cuando hablamos de conducción autónoma. Esos aspectos son secundarios, a priori, pero en el fondo son tanto o más importantes cuando de generalizar el uso del coche autónomo se trata.
El «estado del arte» del coche autónomo
Hoy en día es frecuente subirse a un coche y conectar el control de crucero. Incluso hay cada vez más modelos que cuentan con el control de velocidad adaptativo, un sistema capaz de adecuar la velocidad de nuestro coche en función del tráfico que tenemos por delante (gracias al radar). Simplificando mucho, en esos momentos en que viajamos en línea recta con un control adaptativo, estamos experimentando la conducción autónoma.
Existen otros muchos sistemas que introducen ciertos automatismos en los coches, como los sistemas de alerta (por cambio de carril involuntario, por la aparición de un vehículo en el punto ciego del coche, alertas por fatiga del conductor), o el sistema eCall, de llamada de emergencia automatizada. Este sistema permite al vehículo hacer una llamada de socorro en caso de accidente grave, si el conductor no es capaz de apretar el botón por sí mismo.
Salvando las excepciones de los coches autónomos en pruebas, o de los Tesla con su sistema autopilot, que van un paso más allá, lo cierto es que los modelos más actuales están introduciendo paulatinamente sistemas que nos proporcionan automatismos (en las maniobras de aparcamiento, por ejemplo) o que «aumentan nuestros sentidos», como los diferentes sensores (de nuevo, el ejemplo de los sensores de aparcamiento, o el sistema BLIS, de detección del ángulo muerto). Esta introducción paulatina es la que nos prepara, realmente, para la llegada del coche autónomo de verdad.
Lo que está por llegar en la conducción autónoma
Conducción autónoma significa interacción: con el pasajero (o con el conductor, en una fase inicial), con «el mundo» (a través de mapas), o con la infraestructura (es decir, con las ciudades y carreteras). Estos son los principales retos y las tendencias de investigación y de desarrollo actuales en la materia, y podría decirse que comparten importancia con el propio vehículo y su sistema de conducción ya que todo forma parte del mismo proyecto.
Control exclusivo por voz
El control por voz, o los sistemas que soportan comandos de voz, lleva con nosotros muchos años. La capacidad de dar órdenes simples a los coches mediante sistemas propietarios o libres no es una novedad.
Mapas de alta definición, escalables y a demanda
Sin un gran mapa, el coche autónomo no podrá circular con seguridad por nuevos territorios. Es necesario que los vehículos dispongan de información al día, exacta y descargable de manera inmediata. Por esas razones se está trabajando muy duro para disponer de herramientas distribuidas y basadas en la nube que generen los mapas y sus actualizaciones. Es un primer paso para disponer de la base de conocimiento suficiente para el futuro próximo.
Interacción con la infraestructura
Gracias al Big Data y la nube es posible recibir y enviar información desde y hacia vehículos, peatones e infraestructuras. Este intercambio de datos será clave para controlar el flujo de tráfico en las ciudades y, por ejemplo, predecir y evitar los atascos, como ya se investiga en la actualidad.
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