La nueva generación de consumidores ultradigitalizados está empujando al sector de la automoción a adoptar un enfoque dirigido a la experiencia del cliente, única vía que permitirá a sus empresas, tanto fabricantes como concesionarios, seguir siendo competitivas, ofreciendo automóviles dotados de una combinación de funcionalidades y servicios conectados. Esta corriente imparable de aplicación de las TIC a los automóviles se desglosa en dos áreas: una, conseguir la interrelación de vehículos en la vía pública, de cara a posibilitar que puedan comunicarse con centros de asistencia y emergencia; y además, permitir a los concesionarios acceso a la información sobre cómo están fabricados los coches para optimizar sus procedimientos de diagnosis, mejorando así comunicaciones y documentos mercantiles.
La evolución esperada queda reflejada muy reveladoramente en el reciente informe publicado por la Revista Machina, que prevé que, en 2020, el 90% de los nuevos automóviles incluya plataformas de conectividad, cifra escalofriante si la contrastamos con el 9% actual. Ello se traducirá en alrededor de 1.800 millones de conexiones M2M destinadas a la industria del automóvil, cifra que engloba los más de mil millones de dispositivos destinados a cubrir servicios tales como navegación, información sobre automóviles sustraídos u ocio de pasajeros, entre otros muchos.
Aunque en fase incipiente, la conexión de un coche ya es un hecho, contando todavía con el fuerte hándicap del roaming, que dispara el coste del servicio. Una vez que las instituciones europeas supriman este obstáculo, Europa será un espacio de coches conectados. Una encuesta realizada en diez países pertenecientes a tres continentes suministró información puntual sobre cómo la transformación de la industria automovilística está siendo impulsada por las demandas de los consumidores sobre las tecnologías de conectividad.
En concreto, dentro de la conectividad, si hablamos de un mercado llamado a experimentar un crecimiento vertiginoso en el campo de la utilización del Internet de las cosas (IoT), ese es el sector de la automoción. Según Groupe Speciale Mobile Association, el coche conectado generará en 2018 unos 40.000 millones de euros, cifra que triplicará la registrada en 2012.
El Big Data es otra revolución tecnológica por la que cada vez más compañías apuestan, en concreto las empresas de automoción, a las que concede la oportunidad de impulsar el diseño de vehículos y mejorar su rendimiento, así como de la experiencia del conductor. Además, las empresas de automoción pueden mejorar su capacidad para estimar los costes de garantía y sus responsabilidades de garantía de previsión, utilizando como soporte las opiniones vertidas por los usuarios.
Finalmente, no deben olvidarse las smart cities, con sus mecanismos de interacción con la ciudadanía por constituirse la ciudad en un entorno donde sistemas y aplicaciones hacen posible el intercambio de información entre ciudadanos. En la movilidad futura, los automóviles conectados entre sí también tendrán la posibilidad de relacionarse con toda la infraestructura de las smart cities.
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