Dar el salto a la digitalización no debería ser ya un tema de debate en las empresas: debería ser una cuestión en la que todos –desde la dirección general al departamento de TI– tuviesen clara su importancia y trabajasen de la mano. La transformación digital ayuda a las empresas a responder de forma más rápida y eficiente a las situaciones de crisis, como demostró lo vivido durante la crisis del coronavirus, pero también es un elemento decisivo para cumplir objetivos y afianzarse en el mercado.
En el mundo en el que ahora mismo deben operar las compañías, crecer sin transformación digital es imposible.
Sobre cómo afrontan esta realidad las empresas existen buenos y malos datos estadísticos. En el primer bloque, según demuestra un estudio reciente de Gartner, está el hecho de que la dirección corporativa es cada vez más consciente de esta cuestión. Un 89% de los miembros de la ejecutiva asegura que la digitalización está conectada con todas las estrategias de crecimiento. Esto es, han comprendido que para crecer –en cualquiera área– se necesita apostar por la transformación digital.
Por el contrario, y esta es la parte menos positiva, el mismo estudio de Gartner señala que solo el 35% de esos mismos ejecutivos reconoce que están cumpliendo sus objetivos de digitalización o situados en el buen camino para lograrlos. Así, ser conscientes de la importancia de la transformación digital es parte del recorrido, pero no el camino completo. Las compañías deben convertir el conocimiento teórico en una aplicación práctica y dar el salto a esa digitalización tan necesaria.
Los beneficios de la transformación digital
La transformación digital aporta beneficios y ayuda a crear cimientos más firmes para las empresas de todos los sectores y de todas las áreas de negocio. No hay nicho de mercado que se quede al margen de todas sus posibles ventajas, como demuestran los ejemplos prácticos. Para muestra, un par de ejemplos: la digitalización ya transforma el fútbol, como ocurre con el equipo de la Bundesliga al que el cloud ayudó a encontrar nuevas oportunidades de negocio o a conectar mejor con sus fans, o convierte a la industria turística en más sostenible, haciendo que la gestión de los destinos sea más respetuosa con sus entornos.
Igualmente, la digitalización impulsa la rentabilidad, porque ayuda a las empresas a ser mucho más competitivas y las prepara para afrontar los grandes retos del siglo XXI, dotándolas de una infraestructura más dinámica y que les permite ser más innovadoras.
Las compañías ganan productividad, puesto que estas herramientas permiten un trabajo más fluido. Una transformación bien hecha –y de la mano de los partners más adecuados, como T-Systems– no solo abre todas estas oportunidades, sino que también reduce los problemas informáticos. Un estudio de 2020 denunciaba que los trabajadores pierden cada día casi media hora por culpa de los fallos tecnológicos. Una buena transformación digital los elimina. Incluso, como demuestra esta campaña de Navidad, les permite afrontar los grandes momentos de crisis y superarlos con buenos resultados.
Por tanto, los efectos de la buena digitalización se notan en todas las áreas corporativas y sus beneficios tocan desde a los ingresos a la respuesta ante problemas pasando por la gestión de recursos humanos a la relación con los consumidores. El diseño de la estrategia de transformación digital debe tener en cuenta esta realidad y debe apostar por una visión holística. Es por ello por lo que contar con partners como T-Systems resulta tan decisivo.
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